Hubo un momento en que Flavia Burgos se había quedado sin nada, sus malas elecciones la habían conducido a un callejón sin salida. Pero cuando supo que por la fe podía cambiar su realidad, no lo dudó y hoy le sonríe a la vida.
En la adolescencia, con tan solo 13 años, comenzó con los vicios de alcohol, después con el cigarrillo y a los 15 con la marihuana. Las malas influencias la llevaron a los bailes, el descontrol y la delincuencia. Era una vía de escape porque en su familia no había afecto ni contención, que sumado a la situación económica que no era buena, la hacían buscar en sus amigos lo que en su casa no tenía.
“Me refugiaba en mis amistades, a los 16 me involucré con una persona y ahí sufrí mucho más. Estaba enamorada de él, pero él no me correspondía, entonces me aferraba más a mis amigos. Ahí empezó la depresión, la bulimia, la anorexia y mi dependencia de las drogas. Todo empeoraba.
El momento más duro fue cuando después de tener a mis dos hijos, mi pareja de ese momento me maltrataba mucho, me golpeaba, me humillaba, me hacía ser menos en todo. Yo decidí ponerle un basta a esa situación y hacer mi vida como a mí me parecía mejor. Sin embargo, empeoraba mi situación”, cuenta al recordar esos días.
Cuando las cosas iban mal con su pareja, ella fue a la casa de los espíritus a que le tiraran las cartas, quería saber porqué su situación estaba así. Pero que no había ninguna solución. Vivía nerviosa, agredía mucho a sus hijos y estaba muy deprimida.
Al acercarse a la Universal descubrió que era posible terminar con su sufrimiento. “Iba hasta la iglesia, pero no entraba porque pensaba que cobraban, hasta que entré y participé de la reunión. Ese día salí renovada, entonces decidí participar todos los viernes para luchar por mi liberación. Comencé a ver los cambios en mí, económicamente cambió la situación, ahora tengo un matrimonio bendecido y mis hijos están conmigo, porque los había perdido por una infidelidad. Estaba desorientada, sin nada, mis padres me ayudaban, dependía de ellos. Pero ahora, gracias a Dios estoy libre de los vicios, de la depresión y del insomnio. Ese pasado quedó atrás”, asegura Flavia sonriendo.
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