“Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán Conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas.” (Apocalipsis 3:4)
En medio de tanta gente sin pudor, hay algunos que no contaminaron sus vestiduras. Eso es una maravilla. Todo el mundo puede estar haciendo algo equivocado, pero usted no tiene nada que ver con eso. Su obligación es mantener su vestidura limpia. Son cosas particulares. En la época en la que me convertí, vi mucha política sucia, mucho chusmerío, muchas cosas incorrectas, vi muchas cosas que no alimentaban en nada mi fe. No quería saber lo que el otro estaba haciendo, no me interesaba si Fulano cayó en adulterio, tenía sed de oír la Palabra de Dios.
Mi conducta era diferente. No soy perfecto, claro, pero llegué hasta aquí porque simplemente esquivaba el error y mantenía mi fe. No interesa si alguien habló mal de usted, vaya hacia adelante, siempre en la misma dirección. Si hace eso, preservará su alma.
Pocos son salvos. ¿Cuántos? No lo sé, pero sé que pocos serán salvos. Sé que en nuestro medio existen muchas personas, pero pocas son salvas, y esa es la razón por la cual siempre estamos hablando sobre la salvación.
¿Cómo se contaminan las vestiduras? Cuando usted se acerca a algo sucio. Es una cuestión de inteligencia: si usted quiere preservar su fe, tiene que estar solo. No intente querer tener amistades, eso no lo/a ayudará; no piense que una persona de la iglesia, que hable de la fe, sea de Dios; muchos hablan de la fe y pocos son de Dios.
Esas vestiduras son para toda la eternidad, ropa limpia quiere decir pureza. Allí, no habrá lloro ni lágrimas, ni recuerdos de lo que pasamos aquí en la Tierra. Todo será nuevo. Por eso Jesús le habla al vencedor, que es aquel que mantiene su fe hasta el fin.
Que Dios bendiga a todos.
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