“Quien no perdona actúa en contra de lo que Dios orienta. Es un prisionero del odio y no podrá reconstruirse mientras insista en dedicarse a los pensamientos vengativos hacia sus detractores” (Fragmento extraído del libro «El Placer de la Venganza»).
Dios deja claro en Su palabra y nos muestra a través de Su carácter que el perdón es necesario para que haya Salvación. Sin embargo, cuando hacemos lo contrario a lo que Él orienta y ordena, nos volvemos prisioneros de este odio, y no nos podemos recuperar mientras insistamos en alimentar este pensamiento de venganza. De esta manera, nos repetimos a nosotros mismos o a los demás, una y otra vez, que fue la otra persona la que se equivocó o nos hirió.
- Si guardás resentimiento contra alguien, tené en cuenta que te volvés prisionero del rencor y, al negarle el perdón, el daño es peor que lo que esa persona te hizo.
- Cuando perdonás, te hacés bien a vos mismo, independientemente de que la otra persona reconozca su error y te pida perdón o acepte tu perdón.
- El error de muchas personas es pensar que el que lo lastimó es el que necesita cambiar, pedir perdón, y no ellas mismas. La falta de perdón a los demás es eso, esperar que los demás cambien y no hacer nada.
- Muchos se quedan esperando que el otro reconozca el daño que hizo. ¿Y si no lo reconoce? ¿Vas a condenar tu alma, tu vida con Dios por negarle el perdón?
- Cuando no perdonamos, no damos, y Jesús dijo que más feliz, bienaventurado, es el que da que el que recibe.
- Es decir, si esperás recibir perdón, amor, atención, que las personas cambien, no vas a ser feliz, porque no se puede ser feliz sin dar.
- Nosotros siempre estamos a la expectativa y listos para recibir.
“La verdad es que el odio consume las fuerzas y la energía que los seres humanos necesitamos para vivir” (Fragmento extraído del libro «El Placer de la Venganza»).
- El odio consume tu energía emocional, espiritual e incluso física, porque cansa tu mente, tu alma, tu espíritu y afecta tu salud física.
“Quien perdona nunca pierde. Solo gana, y gana con Dios” (Fragmento extraído del libro «El Placer de la Venganza»).
- Si la persona no te agradece por haberla perdonado, tu alma te lo agradece, y Dios también.
- No se trata de que la otra persona entienda o acepte, sino de que vos necesitás hacerlo.
“¿Hay riqueza más grande y mejor que esa? Por lo tanto, el perdón debe ocurrir rápidamente. Tiene que ser hoy. Tiene que ser ahora” (Fragmento extraído del libro «El Placer de la Venganza»).
Obispo Júlio Freitas