En Deuteronomio 8 Dios habla a Su pueblo antes de que Israel tomara posesión de la Tierra Prometida sobre estas reglas:
“Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que Yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que el Señor prometió con juramento a vuestros padres. Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído el Señor tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no Sus mandamientos.
Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca del Señor vivirá el hombre.
Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años.
Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así el Señor tu Dios te castiga.
Guardarás, pues, los mandamientos del Señor tu Dios, andando en Sus caminos, y temiéndole.
Porque el Señor tu Dios te introduce en la buena tierra…”
Analice, cuál es el “mandamiento” que debemos poner por obra, qué son los mandamientos. Continúa diciendo que “te acordarás”, de qué, de que Dios te guió. ¿Para qué? “… para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no Sus mandamientos”
Para que usted entienda cómo trabaja Dios note esta diferencia: Estamos acostumbrados a aprender en una escuela, en una facultad, en un lugar adecuado, un ambiente acondicionado para aprender lo que se tiene que enseñar. Así sucede en las universidades, pero el Espíritu Santo no enseña de esa forma.
El Espíritu Santo no acepta el ambiente propicio, el buen ambiente, la escuela del Espíritu Santo es en el desierto.
Esto quiere decir que cuanto mayor sea el desierto, cuanto más ardiente y difícil sea el desierto, más condiciones hay para que usted, para que yo, para que todos nosotros aprendamos con el Espíritu Santo porque si no hay desierto, tampoco hay atención hacia la voz de Dios.
Usted solo atiende a la voz del Espíritu Santo cuando está en un aprietos, con un problema.
En realidad, Dios no necesita probarme para saber lo que está dentro de mi corazón, pero Él permite que yo pase por pruebas para que yo me conozca, no es para que Él me conozca, porque Él ya me conoce.
Cuando Dios probó a Abraham, Él sabía que Abraham iba a pasar la prueba.
Pero Dios le dio aquella prueba para que Abraham se probara a sí mismo, le probara al diablo, le probara a las futuras generaciones, a todas las generaciones, lo que es servir, lo que ser de Dios.
Entonces, las pruebas que nosotros pasamos son para nosotros, somos nosotros los que tenemos la oportunidad de conocernos, de conocer nuestra fe y alimentarnos de la Palabra.
Dios quiere lo mejor para nosotros, medite en cada versículo del capítulo 8 de Deuteronomio para que pueda absorber el espíritu que Dios está queriéndole transmitirle.
Secretos y misterios de la fe con el obispo Macedo, todos los domingos a las 18h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro y en todas las Universal del país por videoconferencia.
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