Uno de los principales acontecimientos de este capítulo 2 de Juan fue la actitud de Jesús al ver cómo los religiosos y el pueblo trataban al Templo de Dios. El lugar que había sido para que sirviera como un punto de encuentro entre las personas y Dios se había transformado en un shopping center de la fe. Ventas de animales para los sacrificios. Casas de cambio. Un desorden total.
Lleno de rabia, con el fuego del respeto que tenía por la casa de Su Padre quemando en Su interior, expulsó de allí a los aprovechadores. Cuando fue cuestionado sobre quién le había dado el derecho de hacer eso, Él respondió intencionalmente en código: “Derriben este Templo, y Yo lo construiré de nuevo en tres días.” Él Se refería a Su propio cuerpo, profetizando lo que iba a suceder con Él en ocasión de Su muerte y resurrección a los tres días.
Lo interesante aquí es que Él asoció el Templo a Su cuerpo, lo mismo que el apóstol Pablo dijo al respecto de nuestro cuerpo:
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 1 Corintios 6:19
El Templo de la época de Jesús fue construido por Herodes, un vil incrédulo que lo había hecho por razones políticas. Los fariseos y líderes religiosos hacían de él su fuente de poder y lucro. Ya no existía allí la espiritualidad originalmente practicada en la época del primer Templo, construido por Salomón. Sin embargo, Jesús mostró gran celo y respeto por aquel Templo.
Y si Él Se preocupaba tanto por un Templo de piedras, mucho más Se preocupa por lo que hacemos con nuestro cuerpo creado por Sus propias manos.
Ser de Dios exige que cuidemos nuestro cuerpo como Templo de Dios.
– No destruirlo con vicios.
– No grabarlo con tatuajes.
– No entregarlo a las inmoralidades sexuales.
– No practicar la glotonería (que destruye la salud).
– No exhibirlo sensualmente.
– No ser descuidado con la salud, entregándolo a las enfermedades.
Nuestro cuerpo aquí en la Tierra es nuestro punto de encuentro entre nosotros y Dios. También es punto de encuentro entre Dios y otras personas que todavía no Lo conocen, pues quien mira hacia los que son de Dios quiere ver a Dios en ellos.
¿Cómo ha tratado al Templo del Espíritu Santo que hay en usted?
*Si nunca se hizo un tatuaje, continúe así. Si ya se lo hizo y puede eliminarlo, muy bien. Si no, siga adelante y no se haga ninguno más ni lo exhiba, como quien encima se enorgullece de ellos (a no ser para dar testimonio). Dios es capaz de mirar más allá de su piel.