Muchos dicen: “¡Cuantas personas no son diezmistas y igualmente prosperan!”
Realmente, están aquellos que prosperan pero hay una diferencia enorme entre prosperar siendo fiel a Dios y prosperar sin estar viviendo esa fidelidad.
Vea lo que dice la Palabra de Dios:
“Honra al Señor con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto.” Proverbios 3:9,10
Las primicias significan el diezmo, y honrar con los bienes es el acto de ofrendar. La consecuencia de esas dos actitudes será tener graneros llenos, o sea, el pan nuestro de cada día, la prosperidad, las riquezas, las bendiciones de Dios. Pero el detalle que hace toda la diferencia está cuando dice”tus lagares rebosarán de mosto.” El vino es la representación de la alegría.
Cuántas personas tienen dinero pero son infelices; tienen para comer pero no pueden, por causa de una enfermedad; tiene una cama pero no logran dormir. Ellas darían todo lo que tienen por un poco de paz.
Esa es la diferencia de las bendiciones que vienen de Dios.
“La bendición del Señor es la que enriquece, y no añade tristeza con ella.” Proverbios 10:22
Con los diezmos y las ofrendas hay amplia provisión de todo aquello que nosotros necesitamos.
Base de la relación con Dios
El obispo Macedo recuerda que los diezmos y las ofrendas son la base de la relación con Dios. “No es que Dios necesite dinero, de ninguna manera, sino que cuando somos fieles en los diezmos y en las ofrendas, Dios está obligado a cumplir Su promesa de abrir las ventanas de los cielos y derramar bendiciones sin medidas. Cuando yo le devuelvo le estoy diciendo: “Dios, Tú eres el Señor de mi vida”, explica.
Y para aquellos que aún no viven esa dependencia, el obispo aconseja: “Si usted quiere ser una persona exitosa, comience a plantar buenas semillas para poder recoger buenos frutos mañana, usted tiene que comenzar a ser fiel a Dios.”
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