La noción del amor de Dios al pueblo es muy difundida en la Biblia. Notoriamente, aparece en Juan 3:16 y garantiza que “…de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Pero, ¿en qué consiste ese tipo de amor? En hebreo, el idioma original de la Biblia, encontramos la respuesta.
El primer y gran mandamiento dice: “Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.”, (Deuteronomio 6:15).
Pero ¿cómo forzar al corazón a sentir ese amor? Parece imposible.
En realidad, el tipo de amor bíblico es diferente al amor-sentimiento, tan vulgar entre los humanos y expresado hasta el hartazgo en la música, la poesía, las películas y las novelas. La palabra “amor” en el hebreo bíblico es “ahav”. Esta no guarda ninguna relación con el amor romántico. “Ahav”, en su nivel más básico, significa fidelidad. Amar a Dios significa ser fiel a Sus mandamientos.
Los escritores bíblicos no se preocuparon por transmitir emociones cuando, dirigidos por el Espíritu Santo, escribieron los textos sagrados. Sus mentes no se enfocaban en los sentimientos subjetivos. Al contrario, se preocupaban por las acciones objetivas.
El amor tenía que ser práctico e implicaba entrega personal, sacrificio, fidelidad, empeño de la palabra de honra, dignidad, en fin, principios fundamentados en la justicia, en la misericordia y en la fe.
Amor sin justicia no es amor. Amor sin misericordia no es amor. Amor sin fe tampoco es amor.