Descubrí la mejor manera de administrar cada minuto de tu vida
El tiempo da cuenta de nuestro tipo de fe y nuestras intenciones. Hay quienes dicen que es el mejor revelador de las personas porque muestra quienes somos realmente. Muchas veces, solo el tiempo dirá quien está con la verdad, callará a los acusadores y traerá a la luz las verdaderas intenciones de las personas. Puede ser nuestro aliado o nuestro enemigo. Observá que tiene el poder para hacer que las cosas ganen o pierdan valor. Cuando le damos valor a algo, es natural cuidarlo, pero, con el paso del tiempo, corremos el riesgo de no tener más el mismo cuidado con lo que valorábamos. Muchas personas, por ejemplo, se enfrían en la fe a causa de la acción del tiempo, como si este hiciera perder su valor a todo lo relacionado con Dios. Otros, al conseguir un nuevo empleo, dan su mejor en el periodo de prueba, pero, al pasar esa etapa, se relajan y muestran su verdadera naturaleza.
Los ejemplos citados arriba demuestran que el tiempo puede mostrar la capacidad de una persona en seguir los valores que proclama, después de todo, es fácil hablar, difícil es vivir lo que se dice. Con la fe ocurre algo similar, en el libro de Lucas 12:42-44, el Señor Jesús contó la parábola del mayordomo fiel y prudente a quien el señor le confió que cuidara a sus siervos.
Es necesario tener una postura de siervo bueno y fiel, porque este es perseverante y no cambia en el transcurrir del tiempo, por lo contrario, mejora y aprende cosas nuevas. Cualquier persona se cansaría de hacer siempre lo mismo si no adopta una postura de siervo. Cuando no manifestás la fe, cuando para vos Dios no existe, tu alma no existe. Entonces, mirás todo con los ojos de que no vale la pena hacer lo mejor, porque las personas son ingratas. Así, solo perderás.
Hacé todo para Dios
Por esta razón, cada uno de nosotros debe analizar su postura de siervo y evaluar si ha dejado que la acción del tiempo interfiriera en su manera de servir, principalmente a Dios, pero también en todo lo que Él nos confió: familia, trabajo, ministerio, etc. El apóstol Pablo sabiamente orientó que debemos hacer todo como si fuera para Dios: «Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres…», Colosenses 3:23.
Actuando así, te dedicarás a todo y, seguramente, el tiempo no te robará el placer de dar tu mejor para ejecutar lo que te fue confiado. Cuando cumplas tus compromisos con Dios, nada será una carga e incluso darás buen testimonio en todas las áreas de tu vida, lo que glorificará el nombre del Señor Jesús.
Para que algo no pierda su valor con el paso del tiempo, debe recibir cuidados todos los días. Por eso, cuidá tu comunión con Dios y colócalo siempre como tu primer y gran amor. Esta lección está en la Biblia, en Apocalipsis 2:4-5:
«Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio…». Apocalipsis 2:4-5
Mientras aún hay tiempo, aprovechá para arrepentirte y volver a esa práctica. Cuando mantenés la llama del primer amor encendida a través de tu comunión con Dios, el tiempo pasa y tu fe, tu fidelidad y tu alegría de servir aumentan.