¿Quién es el que no está cansado de oír tantas noticias desagradables? Guerras, protestas, crímenes ocupan nuestros oídos diariamente. Con tantas cosas sucediendo, algunos temen por sus vidas, por sus familias.
Pero es necesario tener paz en el alma, y para esto es necesario que Dios ocupe nuestros corazones y nos haga oír Su Palabra, así, nuestros oídos estarán bloqueados para el mal. Por eso, todos los días el obispo Edir Macedo transmite un mensaje de fe y edificación por la TV Universal y también por la radio Red Aleluya. Él enseñó cuál es la oración que debe ser hecha para alcanzar el Trono de Dios y saber qué es lo que Él quiere de cada uno de Sus hijos.
Acompañe algunos fragmentos:
El Texto Sagrado nos da la fórmula correcta de oración que alcanza el Trono de Dios, el Trono de la compasión y de la misericordia.
“Dos hombres subieron al Templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, Te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano”. San Lucas 18:10-12
Estos dos hombres subieron al templo que había en esa época, el Templo de Salomón. Eran dos tipos de personas: uno era un mero pecador y el otro un fariseo, un religioso que también era cuidadoso en su fe. El fariseo era separado de los demás hombres de este mundo, separado de los inicuos, de los incrédulos.
Jesús está hablando de un hombre que era religioso, ayunaba dos veces por semana y daba el diezmo. Mientras él se justificaba delante de Dios con sus hechos, el publicano, que no era religioso, ni asiduo en el templo, estaba de pie, lejos del altar y no osaba ni siquiera levantar la mirada a los cielos, pero dentro de sí decía: “… Dios sé propicio a mí, pecador.” San Lucas 18:13
El Señor completa el texto diciendo: “Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.” Y el religioso continuó con sus pecados.
Dios permite que pasemos por tribulaciones, por angustias, por situaciones contrarias a nuestra fe, pero Él hace esto para nuestro bien. Él exige nuestro sacrificio para nuestro bien, por nuestra Salvación.
El conformismo es una tendencia natural del ser humano. Si todo va bien, entonces él tiende a conformarse y deja de sacrificar. El propio salmista se refiere a eso diciendo: “Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda Tus estatutos.” Salmos 119:71
Es en los problemas y en las dificultades que manifestamos la fe y conquistamos. Este domingo estaremos buscando la Presencia de Dios, humillándonos delante de Él, y usted es nuestro invitado.
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