Ser sumisa es ser obediente, lo que no es nada fácil para quien aún no nació de Dios. Y, ¿por qué? Porque tiene una visión equivocada de lo que es ser sumisa. Piensa como el mundo piensa, que está siendo esclava, que no tiene opinión propia y que todos la tratarán como boba.
Ser sumisa es ser dócil, humilde y respetuosa, es confiar en que esta actitud jamás nos defraudará, porque está acompañada de promesas.
Se engaña quien piensa que la sumisión está solamente relacionada al marido y a la esposa. Tenemos que ser sumisas a Dios, a quienes son autoridades espirituales, a nuestro marido, a nuestros padres, etc.
Una de las características más relevantes de la sumisión es la espontaneidad. Tiene que ser de todo corazón, con alegría, para que sea una ofrenda perfecta para Dios.
Otro hecho es que no podemos ser un poco sumisas, tenemos que ser totalmente sumisas.
Analice su grado de sumisión y disfrute de las bendiciones que vienen con ella.
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