Desde temprano, niños y niñas aprenden que deben tener comportamientos diferentes. Mientras a la niña se le enseña a ser una “princesa” delicada e indefensa, el niño es educado para demostrar agresividad, hablar en voz alta y replicar cualquier amenaza. No es difícil encontrar a padres y a madres que estimulen a sus hijos a comportarse como “mandones” y “rígidos”. Si el niño recibe una golpiza en la escuela, por ejemplo, muchos padres los incentivan a devolver la violencia.
Dentro de los hogares, a las niñas se les enseña a hacer tareas domésticas, como lavar la vajilla, mientras que los niños aprenden que deben conquistar el mayor número de muchachas para probar su propia masculinidad. Muchos padres les enseñan a los niños varones que no pueden llorar o tener miedo. Por otro lado, la niña es entrenada para “tragarse el llanto” y no expresar opiniones. En muchos hogares, sin darse cuenta, los padres estimulan a las niñas a ser sensuales, como una manera de atraer a muchachos, mientras que los niños son incentivados a ver a las mujeres como un objeto.
Educación y violencia
Algunas creencias enseñadas de generación en generación estimulan la falta de respeto contra las mujeres. Muchos niños y niñas crecen creyendo que la mujer es inferior al hombre. Esa idea termina llevando a las niñas a tener menos oportunidades en la vida adulta. Además, la desvalorización de la mujer es utilizada como justificación para casos de violencia física, psicológica, verbal y sexual contra ella.
La psicóloga y coach Aline Gomes confirma la relación entre la desvalorización de la mujer y la educación de los niños, aunque analiza que puedan existir otros factores involucrados. “Si los hijos crecen en un ambiente de abuso contra su madre, ellos tienden a pensar que es normal la violencia contra la mujer”, dice ella, terapeuta en constelación familiar.
¿Cómo cambiar?
¿Es posible enseñarles a los niños y a las niñas que los hombres y las mujeres tienen los mismos derechos y merecen respeto? La respuesta es sí. Sin embargo, padres y madres necesitan elegir la educación que desean transmitirles a sus hijos. “Para cambiar es necesario concientizarse. Ya he atendido a hombres que decían ser muy agresivos, pero, cuando se dieron cuenta que eso no era bueno, optaron en darle una educación diferente a sus hijos”, explica.
La psicóloga dice que educar para el respeto también exige que los padres estén dispuestos a escuchar y a conversar con el niño, además de dar buenos ejemplos. “Los padres deben considerar el amor y el respeto en las relaciones. Las familias tampoco pueden olvidarse de la jerarquía dentro de la casa. Un hijo no puede tener más poder que la madre”, completa.
Padres y madres pueden comenzar el cambio con pequeñas actitudes, como evitar comparar a mujeres con animales. Niños y niñas deben aprender que ningún hombre es dueño de ninguna mujer y que la violencia es un delito. Los adultos también deben elogiar las habilidades de los niños y no solo la apariencia o la ropa. ¿Cuántas veces usted ya le ha dicho a una niña que es inteligente? Todas esas acciones son fundamentales para que los niños aprendan los que es respeto y amor.
[related-content]