Las palabras son armas poderosas, que pueden edificar o destruir vidas. Sin embargo, muchas personas no se dan cuenta de que su mal uso puede ser la raíz de los fracasos que han acumulado a lo largo del tiempo. Descubrí cómo sucede esto y qué es necesario para revertir ese escenario y para aprender a usar las palabras a tu favor
Las palabras son un regalo Divino, solo los seres humanos tienen el privilegio de la comunicación por medio de las palabras, lo cual no es una casualidad, ya que fue un don dado por el propio Creador. Fuimos creados a Su imagen y semejanza, recibimos un poder semejante al de Él, que creó el mundo con la palabra.
Aunque en el día a día nuestras palabras no materialicen instantáneamente lo que decimos, como sucede en las películas, estas realmente tienen el poder de influir profundamente en nuestras vidas y en la vida de los que están a nuestro alrededor.
Cuando las palabras se vuelven armas
Sin embargo, este don tan precioso frecuentemente es mal utilizado, causando destrucción en lugar de bendición. La Biblia alerta sobre el gran poder de la lengua: aquel que domina sus palabras es considerado perfecto y capaz de controlar todo su cuerpo (Santiago 3:2). A pesar de ser pequeña, la lengua es comparada con una llama de fuego que puede provocar daños enormes cuando es influenciada por el mal, contaminando toda la vida de una persona y el ambiente que la rodea.
Tu boca revela quién sos
¿Querés conocer la verdadera esencia de alguien? Observá sus palabras. Lo que decimos refleja directamente lo que está en nuestro interior, como una canilla conectada a un tanque de agua: si está limpio, fluirá agua limpia; si está sucio, saldrá agua contaminada. Muchas personas intentan controlar sus palabras, pero fallan porque, como está escrito en Lucas 6:45, la boca habla de lo que está lleno el corazón.
Nuevo corazón, nuevas palabras
Para cambiar verdaderamente nuestras palabras, necesitamos una transformación profunda y espiritual: recibir un nuevo corazón dado por Dios. No se trata de un cambio físico, sino de permitir que el Espíritu Santo opere en nuestro interior. El que experimenta esa transformación, busca agradar a Dios en todo, especialmente en las palabras.
Palabras malinterpretadas: un campo minado
Tal vez ya conviviste con alguien que parecía entender todo al revés de lo que le decías, o tal vez este sea tu caso. Convivir con una persona así es como estar en un campo minado: cualquier palabra malinterpretada puede detonar una explosión emocional. No hay mejor lugar para percibir el impacto de las palabras que dentro de la propia casa, en el seno familiar. Fue en este contexto donde aprendimos a hablar y a desarrollar nuestros hábitos de comunicación. Por lo tanto, ningún otro lugar revela mejor quiénes somos que nuestro propio hogar.
Transformá tu manera de hablar
- Hablá con Dios por medio de la oración. Expresá tus necesidades y confía en que Él te responderá en el momento adecuado.
- Sé parte de la solución, no del problema. En lugar de quejarte, buscá resolver. Hablá bien de los demás, evitá chismes y sé discreto.
- Dale las gracias a Dios todo el tiempo. Mirá el lado positivo de las situaciones y aprendé mediante los desafíos.
- Elegí bien lo que consumís. Lo que leés, mirás y escuchás influye en tus palabras.
- Leé y practicá la Biblia, que es la Palabra de Dios, por lo tanto, transforma y produce vida.