Cierto día, un niño llegó a su casa visiblemente enfadado. Se acercó a su madre y le dijo que ya no quería ser amigo de su compañerito de colegio porque habían tenido una pelea, porque el niño era molesto y orgulloso.
Su mamá intentó darle una sabia lección. Tomó una balanza de contrapeso y varios bloques de juguetes y le dijo a su hijo:
– “Cada defecto de tu compañero será representado por un bloque y lo pondremos en uno de los lados de la balanza”.
El pequeño, entonces, dijo que su amigo era orgulloso y molesto. Mientras hablaba, la madre colocaba un ladrillito por cada defecto en uno de los lados de la balanza.
Pero luego, le ayudó a recordar las buenas virtudes de su amiguito. Y le dijo:
– “¿Recuerdas aquella vez que me contaste que te había compartido el almuerzo? ¡Él mostró que era bondadoso!”
La mujer puso un bloque del otro lado de la balanza. Y siguió diciendo:
– “¿Y cuando él te invitó a su casa para jugar con sus juguetes?”, le preguntó.
– “Sí, ¡lo recuerdo!”, respondió el niño.
Entonces, la madre agregó otro bloque y, así sucesivamente, lo ayudó al pequeño a recordar los momentos en los que su compañerito fue bondadoso con él. De esa manera, se dio cuenta de que la balanza pesó mucho más del lado de las cualidades que de los defectos.
El niño comprendió que no estaba bien deshacer una amistad a causa de una desavenencia.
Cultive siempre los buenos ojos
Esta moraleja es un ejemplo de lo que sucede en la actualidad. Las personas tienen malos pensamientos hacia otras. Observan los defectos, pero ignoran las virtudes. Por esta razón, el Señor Jesús nos enseñó a tener buenos ojos.
“La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas.” Mateo 6:22-23.
Para reflexionar
¿Usted cree que Jesús pensaba mal de sus discípulos? ¡No! ¡Al contrario! Él les tuvo misericordia, los perdonó y los salvó.
¿Usted ha seguido los pasos de Jesús? ¿Ha tenido buenos ojos?