El hijo siempre presenta características de su padre.
Quien mira al hijo, de alguna manera verá a su padre.
El Señor Jesús dijo esto:
“El que Me ha visto a Mí, ha visto al Padre…” Juan 14:9
¿Cómo un hijo de Abraham, que también estuvo dispuesto a dejar todo en Harán y que ahora se encuentra en el camino a Canaán – la Tierra Prometida – , se dejará abatir debido a las muchas dificultades encontradas en esa jornada?
¡¡¡NUNCA, DE NINGUNA MANERA!!!
¡Quien es hijo de Abraham cree en el mismo Dios de Abraham!
El Dios que les da vida a los muertos, que llama las cosas que no son como si fuesen.
“… (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años , o la esterilidad de la matriz de Sara) Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido.” Romanos 4:17-21
El hijo de Abraham cree contra la esperanza.
No se debilita porque su fe no es emotiva.
Nunca duda de la promesa por incredulidad.
Sí duda de los problemas que existen ante tus ojos.
¡Está segurísimo de que Dios hará todo lo que prometió y listo!
Quien es hijo diga ¡AMÉN!