Mientras el mundo solo la reconoció durante años como la niña que aparece en esta foto histórica, la vietnamita autobiografía de Kim Phuc Phan Thi, de 55 años, le agradece a Dios por haberlo conocido.
Embajadora de la Buena Voluntad de la Unesco, Kim visitó Brasil a fines de septiembre para el lanzamiento de su autobiografía La niña de la foto. Mis memorias: del horror de la guerra al camino de la paz. (traducción del libro en portugués). Ella recibió al equipo de Folha Universal una tarde lluviosa de jueves. Contó su historia de lucha y de superación y afirmó que desea llevarle a todos el mensaje de fe, de amor y de paz que aprendió.
Kim se volvió conocida mundialmente el 8 de junio de 1972 al ser fotografiada por Nick Ut, de la agencia de noticias Associated Press, durante la guerra de Vietnam. En la imagen, a los 9 años, se la ve desnuda, corriendo por la calle, luego de haber sido alcanzada por el fuego. Ella tuvo un tercio de su cuerpo quemado por una bomba de napalm (sustancia inflamable que quema a 2760 grados Celsius).
Esa tarde permanece en la memoria de Kim: “Mis padres, mis hermanos, mis primos y yo, estábamos en el Templo Cao Dai. Un soldado ordenó a gritos que saliéramos, porque todo iba a explotar. Los niños empezaron a correr por una autopista de Trang Bang, hasta que un avión lanzó cuatro bombas. Escuché un estruendo muy fuerte, después, todo era humo y fuego. Mi ropa se quemó y mi brazo izquierdo, mi espalda y mi nuca se descamaron.”
Aterrorizada, Kim siguió corriendo hasta que logró ver a sus hermanos y algunos soldados. Exhausta, se paró en el medio del camino e imploró ayuda. Un periodista le dio agua, echó el líquido en su cuerpo y, en ese instante, ella se desmayó.
Fue rescatada por el fotógrafo Nick Ut y fue llevada a un hospital, donde se mantuvo 14 meses en recuperación y pasó por 17 cirugías. “Yo sabía que me había transformado de belleza a cenizas”. Kim perdió su infancia, su casa y tuvo que lidiar con cicatrices y traumas. “Creía que nunca merecería ser amada y tener una vida normal.”
Protagonista
La foto de Kim se volvió un registro histórico, pero ella la rechazaba. “Estaba muy decepcionada y me preguntaba por qué el fotógrafo había retratado eso. Yo estaba desnuda y eso representaba mi dolor.” Diez años después, Kim tuvo acceso a la filmación del momento en el que se la veía corriendo con sus hermanos y sus primos. “Ahí fue cuando me di cuenta de su gran impacto.”
A los 19 años, esta foto la volvió víctima de nuevo, esta vez por intereses políticos. “El gobierno descubrió que yo era la niña de la foto y decidió usarme en propagandas políticas.” Kim se vio rodeada de periodistas y del gobierno, y fue forzada a abandonar los estudios en la facultad para cumplir su agenda.
Mientras más el mundo quería conocerla, más pensaba en desaparecer. Ella quería huir de las miradas de las personas y terminar con su propia vida. “Oraba a muchos dioses y ninguno escuchaba mi clamor. Mi corazón estaba lleno de rencor. Yo me preguntaba: ¿Dónde está Dios? ¿El Señor no se da cuenta de que estoy sufriendo? ¿Por qué no me ayuda?” Kim no se conformaba con el hecho de ser solamente “la niña de la foto” y no poder estudiar y vivir una vida normal.
Kim pasó por 17 cirugías y posee grandes cicatrices en la espalda y en el brazo izquierdo. Creía que nunca tendría una vida normal. Hoy está casada y tiene un hijo.
La verdad
Su historia empezó a cambiar al conocer la Palabra de Dios, cuando aún estaba en búsqueda de respuestas e intentaba huir del gobierno y de las personas.
Ella siempre se refugiaba en la Biblioteca Central de Saigon y allí encontró una respuesta a sus innumerables preguntas. “Fui a la sección de libros religiosos. Había de budismo, hinduismo, caodaísmo y el Nuevo Testamento cristiano. Abrí el último y leí en Juan 14:6: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; nadie viene al Padre sino por Mí.” Yo creía en muchos dioses, pero, cuando leí eso, cuestioné quién estaba correcto y equivocado.”
En búsqueda de la vida
En la navidad de 1982, Kim se convirtió al cristianismo en una iglesia de la ciudad de Saigon. “Yo escuché sobre la muerte de Jesús por nuestros pecados. Escuché que Él terminaría con todo el dolor de quien tuviera su corazón abierto y lo aceptara como su Salvador. Yo quería mucho que eso me sucediera y eso fue lo que hice.”
Kim estableció una fuerte comunión con Dios a través de la oración. Hoy esta mujer no es más esa niña debilitada por los conflictos del mundo, sino una persona fuerte, llena de alegría y de esperanza con una fe viva que rebosa.
Y fue esta fe la que hizo que perdonara a sus enemigos. En 1996, Kim encontró a John Plummer, el piloto norteamericano que ordenó el bombardeo en su pueblo, en el Memorial de los Veteranos de Vietnam en Washington. Ella lo perdonó. “Mientras más oraba por mis enemigos, más mi corazón se liberaba”, explica.
Kim comprendió que era imposible cambiar su historia, pero con amor podía tener esperanza en el futuro. Durante años intentó huir de su propia foto hasta que entendió que tenía en sus manos un poderoso presente que la ayudaría a trabajar por la paz. “Esa foto se volvió la más bonita del mundo. Si viviéramos con amor, esperanza y aprendiéramos a perdonar, las guerras no serían necesarias”, enseña.
Ella también extrajo valiosas lecciones de lo que pasó: que Dios permite nuestro sufrimiento, pues, más allá de que Él sepa cuánto podemos soportar, desea fortalecernos; y que tengamos el libre albedrío. “Cuando veo la niña de la foto, entiendo que no fue Dios el que provocó mi sufrimiento, sino el mundo. Las guerras no estaban en Sus planes, tenemos la libertad de hacer el bien o el mal. Dios tenía grandes planes para mí, Él me transformó. Me miró en 1972 y me dijo ‘Mi plan para ti aún no terminó, pequeña niña.”