Está quien diga públicamente que Jesús falló en Su misión entre los hombres. Polémica garantizada.
Lamentablemente, existe quien cree en esto cuando ve hacia dónde se dirige la humanidad. Injusticias, egoísmo, lujuria exacerbada, codicia, falta de respeto a la vida (propia y ajena) y mucho más.
Justamente ahí está el error. Es como si la persona culpara a un excelente profesor por el mal desempeño de algunos alumnos. El enfoque es incorrecto. Si la culpa es de quien enseñó, ¿por qué algunos estudiantes son brillantes y otros son de mediocres para abajo, si el docente es el mismo?
La enseñanza es dada. Usted es quien determina si la seguirá.
Dios siempre le dio esa libertad al ser humano. Sus puertas siempre están abiertas por medio de Jesucristo, pero Él nunca obligó a nadie a pasar por sus umbrales. Dar los pasos para entrar es una decisión personal.
Vamos a un ejemplo, no solo histórico, sino también bíblico: los Diez Mandamientos
Reglas simples, de fácil lectura y entendimiento. Cortas y eficaces. Básicamente, un manual de lo que se debe y de lo que no se debe hacer. Así de simple. Si lo pensamos bien, la mayoría de los mandamientos de las tablas del Sinaí tiene como objetivo el bien del propio hombre, por el amor Divino. No obstante, ni siquiera así son obedecidos por todos.
Apenas Moisés descendió del monte, su pueblo estaba desobedeciendo completamente a un simple precepto, inclusive antes de que las palabras fueran labradas en las tablas de piedra: idolatraban a un becerro de oro.
“Yo soy el SEÑOR, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
No tendrás dioses ajenos delante de Mí.
No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.” (Éxodo 20:2-4)
Los obstinados hebreos, sedientos por resultados (el enfoque incorrecto), substituyeron al propio Dios (el enfoque correcto), por la figura dorada de un rumiante irracional.
Entonces, volviendo a lo que fue dicho al principio del texto, ¿los mandamientos no funcionan?
¿Lo que Jesús enseñó no funciona?
Respuesta: no. No funciona.
Pero solo no funciona si usted decide no obedecer.
¿Se puede decir, por ejemplo, que universidades como Harvard u Oxford son malas? ¿De qué sirve la mejor enseñanza del planeta si el alumno sentado en el pupitre no quiere nada con nada? Ya desde el principio, si no fuera un buen estudiante, no puede ni siquiera ingresar a esas instituciones de enseñanza citadas. Es necesario algo básico: voluntad de aprender, verificada en los resultados de la secundaria y en el desempeño de las actividades extracurriculares (allá afuera, no siempre se accede a una universidad por un examen de ingreso, sino por el análisis del currículum).
Pero también puede suceder que el alumno logre ingresar a Harvard, Oxford, Yale, Stanford, Sorbonne… Y ser solo un mediocre. Esto muestra que su compromiso real con el curso no fue tomado en serio. Otros pueden ingresar a facultades nada conocidas, bien sencillas y aún así, destacarse. Obviamente, una buena facultad, un buen profesor, ayudan mucho. Pero lo principal parte del estudiante.
Y ahí mismo está otro error de enfoque: buscar a Jesús solo por ser un buen maestro.
Sí, Él es un excelente maestro. Pero verlo solamente por esa característica no está bien.
Claro, Dios tiene mucho para enseñar. Y el material didáctico de dos tablas de piedra con pocas palabras era bien sencillo. Pero solo sería eficaz si esas palabras fuesen no solamente comprendidas, sino también seguidas, cumplidas. Claro, Jesús era un muy buen profesor. Y Él mismo dio un bellísimo consejo de que de nada sirve un maestro brillante, si el alumno no desarrolla lo que le fue enseñado:
“Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.
Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.
Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.
Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.
Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga”. (Mateo 13:3-9)
Una semilla sola no es nada. Una semilla en suelo fértil, en el suelo correcto, es vida. Una enseñanza seguida pasa a tener su razón de ser.
Volviendo a lo dicho anteriormente: ver a Jesús solamente como un buen maestro es un error. Él lo es, sin ninguna duda. Y depende de usted hacer valer lo que Él enseña.
Sin embargo, más que un maestro, un profesor, Él debe ser visto como el Salvador.
Un ejemplo muy práctico de quien Lo veía solo como un profesor, pero no como Salvador:
“Entonces vino uno y Le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?
Él le dijo: ¿Por qué Me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.
Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio.
Honra a tu padre y a tu madre; y, amarás a tu prójimo como a ti mismo.
El joven Le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?
Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.
Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
Entonces Jesús dijo a Sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el Reino de los Cielos.
Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el Reino de Dios.
Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?
Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.”
(Mateo 19:16-26)
Usted puede oír al Maestro. Puede tener buenas calificaciones. Pero solo con Él usted es salvo. Solo admitiendo que depende de Él el resultado está garantizado, por más que se esfuerce y sea un buen alumno. Solo por usted mismo y por su propia fuerza, nada será hecho.
Un alerta: tampoco sirve obedecer, solo por obedecer, solo por la Ley, si no existe una entrega real a Dios por medio de Jesús. Si no, usted será un fariseo más, un legalista más. Un religioso.
Más que un profesor, aunque excelente, Jesús vino a hacer callar a los falsos dioses, a derrumbar los mitos (inclusive el de la autosuficiencia). Vino a mostrar que de nada valen los Mandamientos si nadie los sigue francamente. Vino a ser el Salvador, dando Su propia vida para esto.
Él nunca falló en Su misión. El ser humano es quien falla, rotundamente, cuando no usa la fe inteligente y no considera el Supremo sacrificio de Jesús.
“Entonces Le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?
Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que Él ha enviado”.
Juan 6:28-29