Combatir el mal que puede ser visto, oído, tocado, no es fácil. Combatir el mal que se esconde por debajo del subconsciente de la sociedad es aún más difícil. En un país marcado por el mestizaje, es prácticamente imposible entender cómo puede existir el prejuicio racial. Pero existe, y está presente en la vida de casi 102 millones de negros (negros y morochos, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística – IBGE) que viven en Brasil.
El actor Vinícius Romão (foto de al lado, abajo) se volvió una prueba de la discriminación al ser detenido injustamente en Rio de Janeiro, en febrero de este año, acusado de robo. Aunque no hubieron pruebas y la víctima del asalto no reconoció con seguridad que él era el autor del crimen, el muchacho permaneció detenido. “El prejuicio es visto como algo natural, mi caso no es aislado. Existen otras historias de personas negras que fueron presas injustamente”, declaró el muchacho el último sábado 31 de mayo, durante el “Día Universal del Orgullo Negro”, evento organizado por la Universal para combatir la discriminación racial.
Todos son iguales delante de la ley, pero ante los ojos de gran parte de la sociedad, quien tiene la piel más oscura todavía es inferior. Esa reacción irracional es herencia de un sistema de esclavitud que duró casi 400 años y fue abolido recién en 1888, hace menos de 130 años.
Conociendo las dificultades que los negros encuentran todos los días para vivir en Brasil, la Universal estableció una fecha para recordarles a todos que la importancia del color de piel es nula para Dios.
“Dios nos mira como alma, no por la diferencia del color. Su alma es tan valiosa como la de cualquier otra persona. Jesús vino para salvarla”, declaró el obispo Edir Macedo, presente físicamente en la Universal de Rio de Janeiro (RJ) y por medio de videoconferencia en Salvador (BA).
En estas dos ciudades, cerca de 22 mil personas estuvieron presentes, incluyendo artistas y autoridades políticas. El actor André Ramiro, por ejemplo, reforzó la importancia del combate contra el prejuicio en tiempos en donde la triste realidad es que la discriminación aún existe. “Las personas necesitan aprender que el color de la piel no es lo más importante, sino lo que tenemos en nuestro interior”, declaró.
Mezclado
Brasil es conocido mundialmente por su variedad racial y cultural. Durante los 514 años del “Nuevo Mundo”, los indios que aquí ya habitaban se mezclaron con los colonizadores portugueses y con los negros traídos de África. Enriquecieron aún más su cultura hospedando a los españoles, italianos, alemanes, japoneses, judíos, bolivianos y todos los que aquí llegaron. Hoy es posible afirmar, con seguridad, que del vientre de la tierra de Brasil nacen solo – y afortunadamente – frutos de la mezcla de las razas.
El obispo João Leite (foto de al lado), en Rio de Janeiro, les recordó a todos esa realidad y contó un poco de su historia. “El prejuicio es aún mayor cuando se es negro y pobre. No me olvido del día que me llamaron sucio en una fiesta, en la que el dueño de la casa no me dejó sentarme en el sofá”, contó. Pero reforzó también la verdad de que Dios está dentro de cada uno de nosotros y que, con Su fuerza, es posible superar cualquier obstáculo: “Cuando usted tiene consciencia de quién es usted, pasa a menospreciar las situaciones de discriminación. Nadie es mejor que usted.”
El “Día Universal del Orgullo Negro” estuvo repleto de conferencias, testimonios, canciones y, principalmente, oraciones. Quedó probado una vez más que, para Dios, todos somos hermanos iguales, juzgados por nuestros actos y no por nuestra apariencia.
En las palabras del obispo Macedo: “usted tiene que creer en Dios, pero es necesario que crea en sí mismo. Nadie es mejor que ustedes en nada. Si no creen en eso, nada cambia en la vida”.
(*) Con informaciones de la FJU-BA y VPR-RJ
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