El miércoles 3 de agosto, en el Altar del Suelo Sagrado, en Brasilia, el obispo Edir Macedo habló sobre la Salvación del alma y sobre quiénes conquistarán el Reino de Dios. También detalló lo que hay que hacer para volverse un elegido de Dios.
¿Por qué es importante?
Ante la fragilidad de la vida y los acontecimientos a los que estamos sujetos, es necesario recordar, todo el tiempo, la importancia de la Salvación del alma, de la Vida Eterna con Dios.
Lea Mateo 7:21-23.
«El Señor Jesús habla de dos clases de personas: las que conquistarán el Reino de Dios, es decir, las que Le obedecen, las que hacen Su voluntad y tienen al Espíritu Santo; y las que no entrarán al Reino de Dios, es decir, las que hacen Su obra, pero viven en la iniquidad», dijo.
Nadie entra al Reino de los Cielos por mérito, por buenas obras o por ser religioso, sino por hacer la voluntad de Dios.
El Señor Jesús nos dejo Su ejemplo, cuando estuvo en el Getsemaní y Le pidió al Padre que pasara de Él la copa, pero que no se hiciera Su Voluntad, sino la de Dios.
«En el momento más difícil de su vida, en el momento de la depresión, Jesús Se quedó sin el Espíritu Santo, para poder cargar en Su cuerpo el pecado de la humanidad, tanto del pasado como del presente y del futuro. Para esto, el Espíritu Santo Lo dejó solo. La cruz era un símbolo de maldición, y Él tomó la maldición de toda la humanidad, así como las enfermedades y los dolores. Él hizo la voluntad del Padre», destacó.
¿Qué observar?
Durante el encuentro, el obispo se dirigió a los que sirven a Dios como obreros, pastores y obispos; a todos los que Lo sirven predicando Su Palabra.
«No piense que todo el trabajo espiritual que ejerce en la iglesia le dará condiciones de entrar al Reino de los Cielos. Si se inclina mínimamente hacia el pecado, ¡perderá su Salvación! Usted solo entrará al cielo si hace la voluntad del Padre», aclaró.
Lea Gálatas 5:16-23.
«Cuando usted está bajo la dirección del Espíritu Santo, no está sujeto a leyes religiosas, sino a la ley del amor, a la del Espíritu Santo. Cuando Jesús vino, toda la ley se cumplió en Él. Si usted obedece al Señor Jesús, ¡estará sujeto a la ley del Espíritu Santo!» enfatizó.