Tomar decisiones nunca fue una tarea fácil, principalmente porque hay dos fuerzas distintas y opuestas dentro del ser humano: la razón y la emoción. Cuando se está listo para decidir algo, esas dos voces pelean para ver cuál de las dos es la que manda. Si no hubiere un “entrenamiento mental” que defina a la razón (o inteligencia) como guía, los instintos hablarán más fuerte.
La vida de una persona que no se define puede compararse a un bote que se encuentra en altamar sin motor ni remos. Inestables como las olas, sus sentimientos lanzan a la persona de acá para allá. Sepa que si tiene una certeza mezclada con emociones, lo llevarán al fracaso.
Pero no todo son malas noticias, es posible entrenar la mente para tomar las riendas en los momentos de tomar decisiones y resolver problemas. De esa forma, las emociones permanecerán controladas y lograremos permanecer estables. Sin ese control es prácticamente imposible conseguir y mantener el éxito total.
Vivir bajo la guía de las emociones es como sentirse en una montaña rusa eterna. Las emociones no son una herramienta para resolver las cosas, porque el corazón es engañoso. En un mismo día, su corazón puede sentir alegría, tristeza, rabia, compasión, pena, odio, etc.
La mejor oportunidad de poner la razón al frente se da en los momentos de dificultad. Tiene que tener una postura firme. Sea fuerte, por peor que sea la situación. Cuando su certeza se alimenta de la disposición de espíritu y pensamientos, cualquier situación cambia. De esa manera, las luchas terminan con victorias extraordinarias.
Para saber cómo priorizar la razón por sobre las emociones, participe del Congreso para el Progreso, una reunión dedicada a su vida económica, que se realiza los lunes a las 16 y a las 20 h en Av. Corrientes 4070.
Resultados del Congreso para el Progreso
Sofía: “Con mi familia habíamos perdido todo, llegamos a pedir fiado para comer. Gracias a Dios cambió todo. Puse en práctica lo aprendido en el Congreso para el Progreso y prosperé. Compré un fondo de comercio por un sexto del valor real. Tengo mi negocio y una vida de calidad, gracias a Dios, y sigo luchando por más”.
Blanca: “Perseverando en el Congreso para el Progreso, después de 15 años pude levantar una hipoteca por un valor de 23 800 dólares. Tuve muchas deudas en mi vida y empecé el año determinando que iba a ser diferente. Gracias a Dios la hipoteca ya no está y además mi esposo pudo abrir un local de venta de comidas”.
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