“Si tu ley no hubiera sido mi deleite, entonces habría perecido en mi aflicción.¡Cuánto amo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. (Salmos 119.92 y 97)
¿Sabe cuando usted anda con mucha sed, bebe un vaso de agua helada e inmediatamente se siente reanimada? Así es cuando bebemos de la Palabra de Dios. Somos reanimadas y fortalecidas. La palabra de todos puede fallar pero no la de nuestro Dios.
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