Nos ponemos a dieta. Lo primero es quitarnos el azúcar y usar el edulcorante, aunque no es tan seguro como parece. Descubrimos sus principales peligros
Existe una alternativa al azúcar, una forma de que evitemos el uso de ésta a la hora de hacernos un café o cocinar un postre. Son los edulcorantes, un aditivo que duplica el efecto del azúcar, aunque contiene menos energía. Hay un error común a la hora de pensar en usar edulcorantes: que no engordan. Cuando empezamos una dieta para adelgazar, solemos recurrir a la eliminación de nuestra alimentación del azúcar y lo sustituimos por los edulcorantes.
Sin embargo, esta idea es errónea. El uso de los edulcorantes puede resultar perjudicial para la salud y, por otra parte, hay estudios que señalan que, en vez de ayudar a perder peso, incrementan el apetito y por tanto nos hacen tener más ansiedad.
Dicho estudio, realizado por un grupo de científicos estadounidenses, probó que si se rompía la relación entre la sensación de dulzor y el azúcar realmente ingerida, se provocaba que el cuerpo quedara confundido. De este modo, establecían una relación entre los alimentos fabricados con edulcorantes y el aumento de peso.
Hay veces que el uso de edulcorante es inevitable: es el caso de los diabéticos, ya que estos tienen dificultades para regular sus niveles de azúcar, y han de consumir estos edulcorantes artificiales. También los que sufran de hipoglicemia reactiva han de limitar el uso de azúcares.
La controversia sobre el uso de edulcorantes en la alimentación humana ha llevado a la realización de numerosos estudios que muestran que cada tipo de azúcar artificial provoca un daño distinto. Es más, incluso algunos de estos edulcorantes han sido retirados del mercado.
Aunque encontramos edulcorantes tanto naturales como artificiales, es más frecuente que se use aquellos fabricados por la mano del hombre. Veamos algunos de los más frecuentes y los riesgos de los que los científicos alertan.
Sacarina: es el más conocido y utilizado. Aunque no está probado en humanos, sí se ha comprobado que una alta dosis en ratas puede provocar cáncer de vejiga. Tanto es así, que está prohibida en Francia y Canadá, y en Estados Unidos todos los alimentos que contengan sacarina han de advertir en la etiqueta que se trata de un alimento dañino para la salud. Por otra parte, los niños menores de tres años y las embarazadas no deben consumirlo.
Aspartamo: el último edulcorante descubierto. Su consumo ha desatado grandes polémicas en Estados Unidos, ya que se ha ligado el consumo de éste con el sufrimiento de ceguera, convulsiones y tumores cerebrales. Las grandes empresas usan comúnmente este edulcorante, ya que su poder es bastante aproximado al de la sacarina.
Ciclamato: en este caso nos encontramos con un sustituto del azúcar que supera en 30 veces el sabor dulce de ésta. Los males que puede provocar, advierte la Organización Mundial de la Salud, son cáncer, mutaciones y alergia; así como daños a los espermatozoides. También este tipo de edulcorante está prohibido en algunos países, como Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña o Francia.
Acesulfamo potásico: es un edulcorante 200 veces más dulce que el azúcar. Respecto a este producto, se ha asegurado que nuestro organismo no lo metaboliza; es decir, es rápidamente absorbido y expulsado, sin que llegue a almacenarse en nuestro cuerpo. Es por eso que muchas organizaciones creen que es seguro para todos los segmentos de la población. De hecho, se usa en más de 4.000 productos en todo el mundo.
Frente a todos estos edulcorantes de procedencia artificial encontramos otros de origen natural, como aquellos que nacen de la fruta u otros alimentos naturales. Es el caso de la fructosa, el azúcar de las frutas, o de la miel, cuyo valor calórico es igual al del azúcar. Para todos estos edulcorantes naturales, las agencias dedicadas a la protección de la salud recomiendan que, aunque no conllevan ningún riesgo para nuestro cuerpo, su uso ha de ser limitado, ya que se trata de alimentos muy concentrados.