Andrea Pérez sufría con muchos tormentos espirituales, era muy nerviosa, tenía mucha angustias y fumaba mucho. Su matrimonio se estaba destruyendo por una infidelidad, estaba desesperada.
“Era una mujer depresiva, me costaba relacionarme con otras personas, por lo que sufría en el área amorosa, además, tenía problemas familiares porque mi papá se alcoholizaba y atacaba a mi mamá. Cuando tenía 9 años comenzó mi sufrimiento porque mis padres se separaron. De ahí en más todo empeoró, yo crecí y por un lado quería formar mi familia, pero por otro no estaba dispuesta a sufrir lo mismo que mi mamá. El miedo hacía que me encerrara en mí misma y no podía relacionarme con nadie.
Sufría porque tenía pesadillas y no podía conciliar el sueño, era muy nerviosa y rebelde. Tomaba y salía porque buscaba tapar la tristeza que cargaba en mi interior.
Al tiempo me junté con mi pareja y al año comencé a pasar por la misma situación que mis padres. Había infidelidad, engaño, mentiras, eso me hizo sentirme una mujer inferior. Nació mi hija y nos gritábamos, después pasamos a las agresiones físicas. Yo era muy celosa, una vez agarré un arma y gatillé en medio de una discusión, no salió la bala, fue un milagro, sino sería una desgracia”, relata ella.
Ella encontró la solución para su familia en la Universal, comenzó a participar de las reuniones y poco a poco fue libre de todo lo que la afligía. Dios fue transformando su interior y consecuentemente su matrimonio cambió. Su marido también decidió luchar por su familia y hoy disfrutan de una vida diferente. “La depresión, la tristeza y la infelicidad son cosa del pasado, ahora soy una nueva mujer, aprendí a valorarme y vivo una nueva vida porque Dios transformó completamente mi familia”, afirma sonriendo.
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