Muchas mujeres piensan en el matrimonio como si fuera un cuento de hadas, en el que el marido le envía flores todos los días, canta serenatas y no se cansa de declararle su amor. El gran problema es que ese tipo de relación es una ilusión. Como consecuencia de esa expectativa, algunas empiezan a creer que el problema está en el compañero, pues sus defectos parecen ser mayores a sus cualidades.
El amor romántico revela la expectativa del príncipe encantado y el deseo emocional de una satisfacción plena y poco realista. Posiblemente, quien actúa así tiene poca tolerancia para lidiar con los defectos del otro.
Para solucionarlo, se necesita un diálogo franco sobre las cosas que molestan. Es importante buscar una nueva mirada sobre la situación y no juzgar al compañero, porque nadie está exento de cometer errores. Sin embargo, así como todos tienen defectos, también tienen virtudes y es ahí que hay que enfocarse.
“En el momento del enojo, debemos mantener un diálogo interno para recordar: él tiene ese defecto, pero tiene muchas virtudes. No voy a juzgarlo por eso. Al fin y al cabo tengo mis defectos también”, aconseja Renato Cardoso, autor de Matrimonio Blindado.
Con certeza, entre los motivos por los que usted se unió a su pareja están las cualidades que admiraba en él. Entonces, ¿qué le parece rescatar lo que ya vivió en esa etapa de enamoramiento? No deje que la convivencia arruine lo más precioso que tienen: el matrimonio.
Siendo así, las críticas no llevarán la relación a ningún lado. En vez de esperar que el otro cumpla con todas sus expectativas, ponga en práctica el amor inteligente, enfóquese en sus propios defectos y busque mejorar como esposa. Con su cambio, su marido percibirá que también necesita cambiar y se convertirá en un compañero más presente y atento.
La relación era un infierno
Luis y Cintia conocieron la Terapia del Amor en una situación muy delicada: “Teníamos muchos problemas de pareja. Yo la engañaba, le era infiel y era muy celoso. Vivíamos un infierno. Si bien al principio todo marchaba bien, con el tiempo empezaron las dificultades. Yo la maltrataba psicológicamente porque no podía quedar embarazada. Le decía que no servía para ser mi esposa porque no podía darme un hijo. Vivimos así durante tres años y casi nos separamos.
Gracias a Dios nos invitaron a la Terapia del Amor. Empezamos a participar, a escuchar lo que nos enseñaban y así me di cuenta de que necesitaba curar mi interior. Me liberé de los traumas del pasado, sané las heridas en mi interior, superé mis complejos y descubrí que el problema había sido yo. Le pedí perdón y logramos cambiar. Hoy somos felices, nos amamos, tenemos nuestra hija. Dios cambió todo”, cuenta Luis, a lo que Cintia añade: “Aprendí a valorarme a mí misma y también a valorarlo a él como marido, hoy somos muy felices”.
Todos los jueves a las 16 y 20 h te esperamos en la Terapia del amor, Av. Corrientes 4070, Almagro.
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