¿Usted ya vivió una historia así?
Llamados cada 30 minutos durante el horario de trabajo, sorpresas inesperadas todas las semanas, cenas románticas, regalos. Para muchos este tipo de relaciones son sofocantes y pesadas, para otros son una verdadera prueba de amor por parte del compañero. ¿Usted ya ha pasado por eso? ¿Le gusta o no?. Algunas personas son exageradas y eso termina provocando problemas en la convivencia de la pareja. 2 Cuando sólo están de novios es más sencillo de resolver. El problema es cuando la persona ya está casada y comienzan a surgir situaciones así”, dice el conductor del programa The Love School – La escuela del amor, el obispo Renato Cardoso.
El obispo resalta además que cuando la mujer o el hombre son muy pegajosos, se encuentran en la situación de tener que mendigar o implorar por el amor de su par. “Generalmente nadie se da cuenta que está en esta situación sino sentiría vergüenza de ser así, ya que le entrega el poder de la relación- casi exclusivamente- a su compañero y este siempre hará lo que quiera, por estar seguro de que nunca lo va a dejar”
Cuando uno de los dos es muy pegajoso, refleja inseguridad y miedo a ser dejado, olvidado o hasta a ser engañado. “Pero no es sólo en situaciones como éstas. Hay casos de personas que por haber tenido una crianza excesivamente cariñosa, entonces cuando comienzan una relación, la transfieren al otro quien termina incomodado por no estar acostumbrado a ese tipo de relación”, comenta el obispo.
El obispo Renato aconseja que para dejar de ser una persona pegajosa, sea una persona segura de sí, confíe, a no ser que le den razones para desconfiar. Reprenda los malos pensamientos que le impiden ser seguros. “No tenga secretos. No de razones para que desconfíen de usted”, finaliza.
Un engrudo de persona
“Yo siempre escuchaba chistes de personas al comienzo de mi relación acerca de que era muy engorrosa y pegajosa, pero nunca lo tomé en serio, nunca noté que él me estuviese dando señales para lo viera y pudiera mejorar”, recuerda la estudiante de derecho Lívia Gales da Silva, de 24 años.
Según la universitaria, cuando su pareja percibió que el exceso de mimos y preocupaciones estaba perjudicando la relación, él decidió que sería el momento ideal para hablar abiertamente. “Él me dijo que tenía miedo a mi reacción. Realmente no fue la mejor porque me enojé mucho y pensé que ya no le gustaba. Tarde un tiempo hasta darme cuenta que el amor de él era tanto que no quería permitir que el noviazgo se enfriase. En el primeros día parecía una extraña, me sentí frenada no podía darle ni siquiera un mimo”, Cuenta.
Pero todo cambió cuando ella se dio cuenta en que estaba equivocada. “Cuando me dí un tiempo para pensar en mí relación reflexioné lo cuanto lo sofocaba con mi forma de ser. Entonces, con el paso del tiempo fui aprendiendo cuáles eran las actitudes ideales, después de meses, conseguí encontrar el límite”, finaliza Lívia.