Caminar por las calles de Buenos Aires no es tarea para cualquiera. Los excrementos de perro, la basura, las veredas rotas y la falta de cuidado de los demás transeúntes convierten una simple caminata en toda una experiencia que merece ser contada.
El estado de las veredas hace que uno se pregunte en qué guerra fueron bombardeadas. Es prácticamente imposible encontrar una cuadra “sana”, todas tienen desniveles, pozos o baldosas que sobresalen, haciendo que las probabilidades de tropezarse aumenten considerablemente. ¿Cuántas personas se caerán por día? No hay estadísticas oficiales para eso…
Los perros son un tema aparte. Caminar sin mirar puede ser muy peligroso: hay excrementos por doquier. Si bien los dueños tienen la obligación de levantar los desechos gracias a la Ordenanza 41.381/1987, la mayoría no lo hace.
Desde enero de 2008, en la Dirección General de Limpieza porteña funciona Caninos, un área que busca hacer cumplir las normas relacionadas con los perros. Según relevaron, los barrios donde más ensucian son Recoleta, Palermo, Caballito y Flores. Los que tienen más perros abandonados son Puerto Madero, Villa Soldati y Villa Lugano. Y donde hacen más multas por llevar perros sin correa es en Almagro y Villa Crespo.
Es triste, pero si una persona no levanta los desechos de su perro, menos todavía hará por los propios. ¿Cuántas veces vimos a alguien caminar y tirar el envoltorio de una golosina, un panfleto o un atado vacío de cigarrillos? Lo peor es que no es muy difícil encontrar un tacho de basura en plena calle, pero parece que existe cierta alergia a la basura que nos impide caminar un par de cuadras con los desechos en el bolsillo para tirarlos donde corresponde.
Muchos podrán pensar que hay problemas más graves que si uno tira la basura en la calle o si levanta o no la caca del perro. Sin embargo, estas actitudes son un excelente indicador de cómo funcionamos como sociedad. Si no nos importa ensuciarle la vereda al vecino, provocar un accidente o dejar una pésima imagen ante los turistas, estamos demostrando que no nos interesa evolucionar como comunidad.
Si empezamos a tomar conciencia de estas pequeñas cosas y cambiamos nuestro comportamiento como personas, todos vamos a vivir en una ciudad mejor.
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