El espíritu humano como mente: es la primera parte de mi entrega que transforma todo.
La transformación espiritual comienza donde pensamos. Antes de las actitudes, las palabras o las emociones está la mente: el taller silencioso donde se forjan convicciones, decisiones y destinos. Si deseás que tu vida cambie de verdad, el primer paso es consagrar tu espíritu —tu mente— a la Voluntad de Dios.
¿Qué es el espíritu (mente) y por qué es importante?
El espíritu de la persona sincera aparece principalmente como mente activa: pensamientos, ideas, razonamientos, proyectos, filosofías y dilemas. De esa “fábrica interna” se originan las decisiones que definen tu conducta y tu influencia.
Cuando tu mente está alineada con la Palabra de Dios, tus metas se clarifican, tus decisiones se ordenan y tus relaciones sanan. Si permanece confusa o dominada por corrientes contrarias a Dios, todo lo demás se desordena y te frustrás en la vida.
Tres evidencias de una mente entregada a la Voluntad de Dios, una mente renovada:
- Claridad de propósito: las prioridades ya no se confunden con impulsos o fantasías; hay rumbo y sentido.
- Paz en la decisión: la inquietud y la ansiedad se reemplazan por criterio inspirado por la Mente de Dios: Su Palabra.
- Discernimiento frente a ideas engañosas: se reconoce lo que edifica y lo que desintegra.
¿Dónde aprendemos esto? En el ejemplo de Jesús en el Getsemaní
En el Jardín del Getsemaní, Jesús no vivió una crisis intelectual que Lo alejó del Padre; sino que rindió Su Mente a la Voluntad de Él. Aunque Sus Pensamientos humanos sintieran el peso inminente, Él ofreció Su espíritu (Su mente) como sacrificio: “… no se haga Mi voluntad, sino la Tuya” (Lucas 22:42). Ese acto de humildad, sinceridad y sumisión muestra que la verdadera fortaleza empieza en la mente, que se somete aun cuando comprende poco o sufre mucho.
¿Cómo consagrar nuestra mente en la práctica?
- Renuncia consciente: identificá una idea o un hábito que te separa de Dios y reprendé esa actitud.
- Reemplazo por la Palabra: cada vez que te surjan esos pensamientos, pronunciá una Promesa Divina que los anule.
- Silencio formativo: separá un tiempo diariamente para leer y escuchar la Palabra de Dios que alimenta nuestro espíritu (mente), y no solo para consumir información.
- Filtrado crítico: antes de adoptar una filosofía o un consejo, fijate si coincide con las Escrituras.
- Meta señalada: definí un objetivo espiritual concreto y dividilo en pasos alcanzables.
Hacelo durante esta Hoguera Santa en el Jardín del Getsemaní y verás tu evolución, cómo cambiará tu forma de decidir, hablar y actuar.
Quiero dejar claro que:
Rendir la mente no significa perder la identidad; significa reconocer que hay una Sabiduría Superior que ordena nuestras vidas para bien. Ofrecer tu espíritu (mente) a Dios es el primer acto de obediencia que desencadena la verdadera conversión y transformación: tu manera de pensar se transforma; entonces, tu forma de vivir también.
Hoy podés decidir: entregá tus pensamientos y dejá que los Pensamientos de Dios, es decir, la Palabra, los moldee, y permití que esa transformación alcance a quienes te rodean. ¿Estás dispuesto a comenzar?
¡Nos vemos en breve, en la IURD o en las Nubes!
Obispo Julio Freitas
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