Ya meditamos sobre el espíritu humano, que es la mente. Hoy vamos a meditar sobre el alma humana.
El alma es el corazón, que debe vaciarse de sí mismo para ser lleno de la Voluntad Divina, del Espíritu Santo.
El alma es la fuente de las emociones, los sentimientos y los deseos, donde se libran las batallas más intensas. Allí se originan las decisiones que pueden acercarnos a Dios o alejarnos de Él. Por eso, el Espíritu Santo, a través de las Sagradas Escrituras, nos Enseña que el alma necesita vaciarse de sí misma para que la Voluntad Divina, el Espíritu Santo, Reine.
¿Pero cuáles son los peligros del alma llena de sí misma?
Cuando el corazón se aferra a sus propios deseos:
– Se deja llevar por las emociones desordenadas, como venganza, tristeza, orgullo, complejos, miedo, egoísmo, dudas y ansiedad.
– Se engaña a sí mismo, creyendo que puede controlar la vida y ser feliz fuera de la Voluntad de Dios.
– Se convierte en un obstáculo para la obediencia a Dios, la paz y la felicidad.
Tenemos el Ejemplo Maravilloso del Señor Jesús en el Getsemaní, Quien nos mostró el camino al decir:
“… Padre […] que no se haga Mi Voluntad, sino la Tuya”. Lucas 22:42
En ese momento, Él Reveló que el ser humano puede ceder ante el deseo de su alma (su propia voluntad), ser engañado y echar todo a perder; o bien, usar el poder de decisión en el espíritu (la mente), rindiéndose a la Voluntad de Dios y ser transformado.
Vaciarse ante Dios produce muchos beneficios. Cuando el alma se rinde y se vacía de sí misma:
– Surge la verdadera paz, que no depende de personas, circunstancias, cosas o lugares.
– Nace el dominio propio, porque las emociones ya no gobiernan.
– Se recibe sanidad emocional, liberación de heridas y resentimientos.
– Los sentimientos se ordenan y el corazón se alinea con la Voluntad de Dios, con el Propósito Divino.
¿Cómo vaciar tu alma en la práctica?
- Orá con sinceridad: confesá tus emociones y deseos, entregándoselos a Dios.
- Renunciá conscientemente: decile que no a tu propia voluntad cuando contradice la Palabra.
- Meditá en la Sagrada Biblia: permití que la Palabra purifique tus pensamientos y sentimientos.
- Silenciá tu interior: aprendé a reconocer la Voz de Dios por encima de los impulsos de tu corazón.
- Obedecé a diario: tomá pequeñas decisiones que expresen rendición y confianza.
El alma es valiosa y poderosa, pero necesita ser gobernada por el Espíritu. Solo cuando se vacía de sí misma y se rinde a la Voluntad Divina, encuentra orden, paz y propósito. Así, dejamos de ser esclavos de nuestras emociones y nos convertimos en instrumentos del Espíritu de Dios.
¡Nos vemos en breve, en la IURD o en las Nubes!
Obispo Julio Freitas
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