Se desanima y piensa en bajar los brazos. Pero, ¿se detuvo a pensar qué es lo que puede estar trabando su camino e impidiéndole recomenzar? En verdad, para cualquier cambio que se desea en la vida es necesario tomar una decisión y tener determinación.
Es necesario ser fuertes para dar el golpe de timón en un momento de dificultad. No es decirle a los demás que uno va a vencer, sino decírselo a sí mismo.
Es necesario ser fuertes para encarar las dificultades y enfrentar los días malos, esos en los que todo sale mal. Usted debe ser fuerte para no entregarse a la situación. Así, si una dificultad lo toma por sorpresa usted seguirá luchando, nunca se detendrá y superará tempestades. Sepa que lo que usted se dice a sí mismo es aún más importante que lo que dice en voz alta, pues su cerebro lo toma más en consideración. La respuesta es inmediata.
No tenga miedo de reaccionar ante una dificultad, determine su victoria. Revise qué es lo que se ha dicho a sí mismo, porque quizás se acostumbró a hablarse negativamente. Entienda que su diálogo interno puede debilitarlo o fortalecerlo.
Es importante aprender lo siguiente: no existe lucha que tarde una vida, ni dificultad que nunca se termine. Por eso vale la pena desarrollar esa fuerza, y eso se logra cuando usted ejercita su poder de decisión por encima de sus sentimientos. No espere tener ganas para hacer algo, al contrario, cualquier cambio se hace basado en el sacrificio, saliendo de la zona de confort. La solución es usar el poder de la decisión.
Si desea recibir más consejos como este, participe este lunes a las 16 o a las 20 del Congreso para el Progreso, en Av. Corrientes 4070, Almagro.
Él vio las maravillas de Dios en la Hoguera Santa
Valentín relata su historia en la Hoguera Santa de Gedeón: “Mi situación era mala, tenía una deuda de 120 mil dólares, estaba divorciado y no tenía ni para comer. Cuando iba a trabajar no podía ni pagar el boleto del tren. Las humillaciones no terminaban ahí. En la hora de almuerzo salía a dar una vuelta para no pasar vergüenza ante mis compañeros porque no tenía qué comer.
Volver a casa era peor, tenía que hacer malabares para ver qué le cocinaba a mis hijos. No aceptaba vivir así, porque trabajaba pero la gran cantidad de deudas que tenía hacía que el sueldo no alcanzara. Mi ya tenía fecha de remate, el banco iba a sacármela.
Pero gracias a Dios, mirando la TV conocí la Universal. Empecé a venir los lunes, me hice diezmista, de a poco las cosas mejoraron, hasta que llegó la Hoguera Santa. Aprendí que si quería una verdadera transformación tenía que manifestar la fe. Lo hice y a la semana me llamaron del banco ofreciéndome pagar la deuda de la forma en la que yo pudiera. En el trabajo comenzaron a aumentarme el sueldo, pude empezar a pagar. Seguí manifestando la fe en las sucesivas campañas, cancelé las deudas, compré un auto, rehice mi casa, ahora tiene quincho, pileta, todo lo mejor. Me casé y formé mi familia. Sin embargo, no estaba conforme. Sacrifiqué porque quería mi propio negocio y Dios no me falló: Pude abrir mi negocio”.
Congreso para el progreso, todos los lunes a las 8, 10, 16 y especialmente a las 20 h en Av. Corrientes 4070, Almagro.
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