El área profesional y económica está llena de desafíos y, en principio, parece que les sacan la fuerza a muchas personas y hacen que se sientan desanimadas. Tomadas por ese sentimiento, muchas desisten de sus sueños, proyectos y emprendimientos que tardaron años en construir.
Sin embargo, las dificultades pueden servirles como resortes, ayudarlas a volverse más fuertes de lo que eran antes y hacerlas vencer cualquier desafío que surja.
Claro que para lograr eso hay un camino: la fe y la obediencia a la Palabra de Dios. Para los que creen, la Palabra es un manual de vida. En ella, encontramos la afirmación de que el poder de lo Alto (de Dios) se perfecciona en la debilidad, como sucedió con el apóstol Pablo, que notó que sus debilidades eran, en realidad, señales de fuerza. La Biblia dice que, en momentos difíciles, Pablo escuchó la Voz de Dios diciéndole: “… Bástate Mi gracia; porque Mi poder se perfecciona en la debilidad…” 2 Corintios 12:9
El propio Dios ve en las debilidades humanas el camino para Su acción. Él hace eso para pulir nuestra fe y para que dependamos totalmente de Su poder. Obviamente que a nadie le gusta pasar por dificultades, pero muchos aún no entendieron que los obstáculos los llevarán a glorificar a Dios por lo que está por venir.
En un texto en su blog, el obispo Edir Macedo afirmó que el débil permanece débil por rendirse a las emociones. “El problema del débil no es ser débil, sino rendirse a las debilidades y entregarse a los sentimientos del corazón. El débil no piensa y, cuando piensa, lo hace para sopesar las palabras de personas débiles como él. Si razonara y comprobara lo que el Todopoderoso ha dicho en la Biblia, seguramente pensaría como Dios lo hace y reaccionaria en contra de sus debilidades”, dijo.
Él explicó cómo es la reacción frente a los problemas de los que obedecen la Palabra de Dios. “La persona que usa la Palabra de Dios piensa, evalúa y concluye que por su fe en el Señor Jesucristo ella tiene que ser más que vencedora. La fe no siente, no llora y no busca bondad, compasión, pena, ternura o piedad de las demás personas. Al contrario, ella depende de la misericordia del Altísimo y se indigna, actúa, toma una actitud valiente contra lo que la debilita. El que usa la fe bíblica elimina el miedo de perder. Sin el miedo de perder, la persona va en contra del problema con todas sus fuerzas, convencida del cumplimiento de la Palabra de Dios”, concluyó.