Ceder el lugar en la fila del banco, el asiento en el colectivo o una simple ayuda para cruzar la calle se han convertido en una rareza. Los abuelos se sienten olvidados por una sociedad que ya no tiene tiempo para ocuparse de ellos.
En casos más graves, los abuelos llegan a sufrir agresiones de parte de aquellos que supuestamente deberían cuidarlos. Recientemente, la historia de una mujer de 88 años que fue salvajemente golpeada por una enfermera conmocionó a la sociedad.
Como sucede con muchos hijos que trabajan y no pueden ocuparse de sus padres, Gustavo Russo contrató a una cuidadora para que se ocupara de su madre, Elvira Berardi, de 88 años. Después de un tiempo, comenzó a notar cambios en la conducta de su progenitora, hasta que la encontró ensangrentada. La cuidadora le explicó que la mujer había tenido convulsiones y que por ese motivo se había lastimado el labio.
Sin embargo, tras instalar cámaras ocultas, descubrió que la mujer golpeaba a la anciana permanentemente, la tomaba de los pelos y la insultaba. También la tenía amenazada para que no hablara. “la intención fue matarla”, porque, según contó Russo, habría “personas a las que cuidaba con cuyos terrenos y propiedades se quedaba”.
Después de la tortura, Elvira “está más tranquila desde que no la vio más (a la cuidadora), desde que no le escucha la voz”, según afirmó su hijo.
Este tipo de agresiones, las faltas de respeto, los cambios en la rutina e incluso el menor contacto con los familiares, hacen que los abuelos se depriman, se descuiden y pierdan las ganas de vivir, entrando en depresión.
Enfrentaron el hambre en situación de calle
Irene y Omar llegaron a vivir en la calle, sin poder alimentar a sus hijas. Su desgracia se desencadenó cuando Irene se enfermó y los médicos no lograban llegar a un diagnóstico preciso. Constantemente se descompensaba, se ahogaba a la noche y debía ser internada. Los médicos le suministraban distinta medicación para intentar resolver su cuadro, pero no funcionaba. Por ese motivo estuvo depresiva y desempleada durante 5 años, sufriendo insomnio y obviamente esto repercutía en su familia generando más problemas.
Buscaron ayuda en muchos lugares pero no la hallaban y todo empeoraba. En ese momento Omar perdió su trabajo, el auto y la casa, llegando a dormir en la calle sin tener nada para darles de comer a sus 4 hijas. Vendían cartones y botellas para poder comer, y las peleas aumentaban en la familia. Al tiempo consiguieron una casa en pésimas condiciones y si bien Omar hacía changas, el dinero no les alcanzaba, no lograban salir de esa situación.
Cuando llegaron a la Universal, participaron de las reuniones, descubrieron el poder de la fe y lo pusieron en práctica. Así los cambios comenzaron a producirse. Irene se curó, dejó de tomar medicación y fue libre de la depresión. Junto a su esposo consiguieron trabajo, lograron tener estabilidad económica y más adelante Omar fue ascendido, tuvieron condiciones para refaccionar la casa y compraron un auto. Todo fue restaurado en sus vidas, hoy tienen paz y son muy felices.
Participe de una de las reuniones de fe, de lunes a viernes en los siguientes horarios: 8, 10, 12, 16 y principalmente a las 20 hs. y los domingos a las 9:30 hs. en la Universal principal ubicado en Av. Corrientes 4070, Almagro. Puede buscar una Iglesia más cercana a usted, haciendo clic aquí.
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