En una versión de la Biblia en Proverbios 10:9, dice: “El hombre sincero camina seguro. Quien va con rodeos es descubierto”. Todo lo que Dios pide de una persona es la sinceridad.
La palabra sincero viene del original sin cera, porque cuando se rompía un vaso, le ponían cera y lo pintaban. Sin embargo, expuesto al calor se derretía y se notaban las rajaduras; a diferencia de los nuevos, que no tenían cera.
La persona que es sincera camina segura, no tiene miedo. Muchos han sido falsos, por delante son de una manera y por detrás de otra. Son personas que dan mal testimonio del Señor Jesús, con fachada de cristianos.
El que no es sincero no camina seguro, ni vive tranquilo. En cambio, el que no debe, no teme, duerme en paz. Es el que dice sí o no, sin enredos, no da vueltas. El que es nacido del Espíritu Santo reconoce su error.
Podemos esconder cosas de los hombres, pero no de Dios. No hay nada oculto que no sea revelado. La Biblia dice: “Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.”, (Mateo 5:37).
“Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.”, (Marcos 2:5-11).
Jesús sabía lo que estaban pensando. Por eso, tiene que ser sincero y entregarse a Dios, para que Él le dé la plenitud de Su Espíritu. Dios sabe quién es verdadero, no podemos engañarlo. Sea sincero con el Señor y con usted mismo, la verdad derrumba la mentira.
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