“Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, recibid con humildad la Palabra implantada, que es poderosa para salvar vuestras almas”, Santiago. 1:21
La Biblia nos manda a desechar toda inmundicia y todo resto de malicia. Hay personas que tienen malos ojos, malicia, que critican a los demás… debemos desechar todo eso. Si andamos con personas maliciosas dañaremos nuestra fe. Es como dice el dicho: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Uno debe juntarse con personas que estén siempre levantándolo, siempre en la fe.
Hay quienes hablan mal de todos y no se miran a sí mismos, porque, si se miraran, no tendrían tiempo de mirar a los demás.
Cuando usted señala con el dedo a otra persona, hay tres dedos señalándolo a usted, por eso debemos desechar esa malicia de criticar a los demás y recibir con humildad la Palabra. El diablo quiere que perdamos la Salvación, que tengamos malos ojos, que seamos maliciosos para que perdamos lo más importante que tenemos. Por eso no debemos juntarnos con personas que le hacen mal a nuestra fe.
“Sed hacedores de la Palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos”, Santiago 1:22.
El que oye y no practica la Palabra se engaña a sí mismo, porque a Dios nadie puede engañarlo. En Apocalipsis dice que los ojos de Dios son como llama de fuego que puede penetrar en cualquier lugar. A Él nadie Lo engaña.
“Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo; pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es”, Santiago 1:23-24.
¡Es muy fuerte esto! Debemos practicar la Palabra de Dios, tenerla en nuestro interior, ¡en nuestra sangre!
“Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, este será bienaventurado en lo que hace” Santiago 1:25
Aquellos que son oidores y hacedores son felices, bienaventurados, dichosos en todo lo que hacen. Si obedecemos a la Palabra de Dios, todo lo que hagamos será bendición. Y yo no le estoy diciendo que me obedezca a mí o a la iglesia, sino a la Palabra de Dios.
No podemos ser oidores olvidadizos, y eso no es fanatismo. Fanatismo es llevar la Biblia bajo el brazo y decir malas palabras. Vivir una vida correcta, ser mujer de un solo marido y marido de una sola mujer, no engañar a las personas, vivir alejado de la mentira, ¿eso es fanatismo? Lo que pasa es que para este mundo lo correcto es incorrecto y lo incorrecto es correcto.
Si usted es un hacedor eficaz de la Palabra será bendecido en todo, ¿usted cree en eso? Entonces obedezca la Palabra y busque tener una vida correcta.
Por eso Jacob luchó con Dios. Él tenía 2 mujeres, 12 hijos, muchos bienes, pero no era feliz. ¿Sabe por qué? Porque había engañado. Jacob quería cambiar su carácter, porque por mucho que tuviera no tenía la conciencia tranquila.
El Ángel le dijo: “Suéltame…”, y Jacob le respondió que no lo soltaría hasta que lo bendijera. ¿Qué bendición quería Jacob si ya era más rico que todos sus parientes? Él quería la bendición espiritual, porque, por haber engañado, no tenía paz, tenía miedo. Y, una vez trasformado, aun cojeando, fue a encontrarse con su hermano ya sin miedo.
Antes de eso, solo habríamos podido decir “Dios de Abraham y de Isaac”, aún no era “Dios de Jacob”. Pero el Ángel cambió su nombre a Israel, por eso hoy decimos “Dios de Abraham, de Isaac y de Israel”. Jacob paso a ser un hombre diferente a partir de ese momento.
No hay nada mejor que vivir con paz, hay personas que cambiarían todo lo que tienen por un poquito de paz. Y la paz no se puede comprar, es algo que nos da Dios.
Cuando somos hacedores de la Palabra, pueden decir lo que sea, nos dirán fanáticos, locos, no importa. Vamos a molestar a muchos, ¡pero solo nos importará la paz que tenemos y lo que piensa Dios!
Piense en eso.
Dios le bendiga.