Intente andar por su casa en la oscuridad y vea si no se topa por lo menos con dos o tres objetos por el camino; pruebe agarrar algo sin mirar; intente cantar sin abrir los ojos, tan solo por un instante. No se puede, ¿no es cierto? Usted terminará tropezándose y lastimándose o con hematomas; va a agarrar algo equivocado y puede llegar a caerse por falta de equilibrio. Eso es exactamente lo que sucede cuando insistimos en vivir una vida llena de secretos.
Los secretos atan y, con el pasar del tiempo, se vuelven aun peores. Y, como si no fuera suficiente, permanecen en la conciencia y no importa cuánto ore y le pida a Dios que la perdone, ellos nunca la abandonan. ¿Y sabe por qué? Porque están escondidos en la oscuridad y Dios no trabaja en la oscuridad. Cuanto más se apegue a sus secretos, más estará en tinieblas y encadenada a ellos. Usted se siente tan solita con todos esos secretos seguros dentro suyo y, por eso, se siente tan vulnerable. Aunque piense que Dios los arrancará de su consciencia, eso jamás sucederá – no es que Él no quiera, sino que Él no puede. Le corresponde a usted librarse de ellos.
Librarse de esos secretos requiere mucho coraje. Por eso, muchas personas prefieren mantenerlos muy seguros y guardados en la oscuridad, a fin de que nadie las juzgue o critique. Les falta coraje para confesarlos y lograr salir de la oscuridad en la que se encuentran. Viven con la esperanza de que Dios lo haga en secreto… Discúlpeme, ¡pero Dios no trabaja de esa forma!
“…pues todo aquel que hace lo malo detesta la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean puestas al descubierto. Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras son hechas en Dios.“ Juan 3:20-21
Aunque no tenga motivos para enorgullecerse por tener determinadas actitudes, por ser una persona de Dios, usted es transparente, no tiene nada que esconder – ni siquiera sus propias fallas y debilidades. ¿Quién de nosotras es perfecta? ¿Quién no tiene un pasado del que avergonzarse? ¿Quién no hizo nunca algo que le haya causado algún tipo de desagrado? ¡Todas nosotras tenemos fallas! Pero cuando usted se purifica aquellos terribles errores son borrados al instante. La exposición es dolorosa, pero rápida. Aun así, cuando usted intenta evitar todo ese desagrado, pensando que jamás tendrá que lidiar con ellos nuevamente, es así que se siente más incomodada cada día que pasa. Cada vez que ora, sus secretos la acusan. Y como la Palabra de Dios siempre se cumple, van a saberse cuando usted menos lo espere…
“Así nada hay oculto que no haya de ser descubierto, ni escondido que no haya de ser conocido y de salir a la luz.“ (Lucas 8:17).
Y cuando salen a la luz, no son pasajeros. ¿Por qué pasar por todo eso? ¿Por qué apegarse a secretos que tarde o temprano serán revelados? Sus secretos no están seguros, sino que están preparando una gran trampa para que usted caiga el día que sean revelados. ¡No les dé ese placer! Sea transparente, no solo delante de Dios, sino también delante de los hombres.