“¡Para tener una vida larga, tenga fe en Dios!” Esa fue la receta del médico británico Richard Scott, como lo muestra una nota en el periódico inglés The Telegraph. En un artículo suyo, Scott habló de los efectos benéficos de la fe para una vida perceptiblemente más saludable.
Médico familiar, él enfrentaba un extenso y complicado tratamiento de radio y quimioterapia contra un cáncer de intestino, cuando tuvo tiempo para leer un estudio académico sobre la extraordinaria influencia positiva de la fe sobre la salud.
Influenciado por la investigación leída, Scott realizó sus propios estudios y publicó, recientemente, un artículo en el prestigiado British Journal of General Practice (Periódico Británico de Clínica General, en traducción libre), en el cual afirma que la fe puede contribuir más para la longevidad y la salud que los propios ejercicios físicos – claro, vale agregar que el médico no desmerece la gimnasia en ningún momento, solo muestra que el efecto de las actitudes de quien cree y sigue a Dios mejora mucho los resultados.
Según Scott, la fe en Dios puede disminuir incluso un 60% el riesgo de un ataque cardíaco y ayuda expresivamente en la cura de un paciente que tuvo un accidente cardiovascular (ACV), o en la recuperación de un tratamiento contra el cáncer. El médico añade que la fe también es un remedio eficaz en casos de enfermedades mentales y vicios de drogas y alcohol. “La fe en Dios es relevante para todas las enfermedades ya estudiadas por el hombre”, dice, y cita claras señales positivas de cura: “Más felicidad, autoestima, optimismo y sentido a la vida.”
Sin embargo, parte de la clase médica no fue tan receptiva con el estudio del médico británico. Scott fue acusado de algo clasificado como “asedio religioso” delante del Consejo Médico General de Gran Bretaña, con el pretexto de que ofrece riesgos a los pacientes al influenciarlos con su creencia personal. La acusación no se refiere directamente al artículo sobre los beneficios de la fe, sino a causa de reclamos de los parientes de algunos de sus pacientes. El médico habla de uno de ellos, con quien habló sobre la fe cristiana después de haber sido agotados todos los recursos médicos posibles para la cura: “Él veía su problema como puramente médico, y le dije que podría ser más que eso”, refiriéndose al elemento espiritual tanto de la enfermedad como de la cura. A pesar de las protestas, él continúa con sus estudios.
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