“Estoy casada hace 12 años, y mi marido no quiere saber nada de la iglesia. Su madre se convirtió, pero, últimamente he pensado muchas veces en hacer mi vida sola con mis dos hijos. Él es un buen padre, muy trabajador y responsable, amigo del hogar, siempre se preocupa por todo, sin embargo, me paraliza, por todo pelea, discute, dice cosas que lastiman a los demás. Pero, lo peor de todo es que, a lo largo de estos años, yo siempre le dije que mi Dios está en primer lugar en mi vida, solo que, señora Viviane, en mi matrimonio todo tiene que ser con “guante de seda”, ¿me entiende?
Solo puedo ir a la iglesia los domingos a la mañana, y lo que me inquieta más que todo, es que yo siempre pido consejos, y respeto mi fidelidad a Dios en los diezmos, porque él es completamente contrario, me lo prohíbe con todas las letras, ¿entiende? Nosotros tenemos cuentas compartidas y sabemos todo lo que ambos gastamos, no tenemos secretos el uno para con el otro, entonces, yo siempre he encontrado una manera para que él no note cuando tomo el dinero para devolverle a Dios mi diezmo, pero la verdad es que no puedo esconderlo más, él ahora me ha doblegado, no me deja y punto.
Señora Viviane, la verdad es que he pensado en desistir, seguir con mi trabajo e irme con mis hijos para hacer nuestra vida, no sé vivir basada en el miedo, porque si por un lado tengo miedo de él, por otro tengo miedo de desagradar a Dios y perder mi salvación.
¿Qué hago en cuanto a esto? ¡Por favor, ayúdeme!” – Sandra.
Respuesta:
Querida Sandra, siempre que usted considere una segunda opción huir del problema, está dándole lugar a la duda. La verdad es que usted ha aceptado convivir con el miedo, como esclava de una situación que usted misma generó.
¿Usted se preguntó por qué él aún no conoce al Dios que usted sirve? ¿Cómo usted le ha presentado a Dios? ¿Cómo un Dios fuerte, grande y verdadero?
¡No! Usted puede hasta confesar con palabras, pero en la hora de probar su fe, de tomar actitudes, usted falla. Eso porque se vuelve rehén del miedo, miedo de ser sincera, actúa engañando, ¡hasta para devolver el diezmo!
Amiga, piense. Siempre que usted considere la opción de la separación como la solución, no pondrá todas sus fuerzas para mantener a su familia unida.
Si él muestra tantas cualidades, como un hombre de carácter, honesto y fiel, ¿acaso no vale la pena luchar por su alma?
Lo que le desagrada a Dios es todo lo que no proviene de la fe. Yo no puedo decidir por usted, y solo usted va a decidir si continúa esclava de los sentimientos que anulan su fe.
En la fe.
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