“A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.”, (Mateo 25:15-23).
Los siervos que multiplicaron los talentos no lo hicieron con la intención de entrar al gozo de su señor, sino simplemente porque querían servir. Ellos no esperaban nada a cambio, sabían que estaban allí para eso. Pero a causa de la intención sincera que había en ellos, el señor a quienes servían los sorprendió, y los recompensó más allá de lo que se podrían imaginar.
Hay muchos que hacen lo mismo que esos siervos hicieron para Dios e incluso más, pero no son recompensados porque la intención con la cual lo hacen es mala. Multiplican los talentos ya teniendo como objetivo el reconocimiento y la recompensa. Se empeñan en hacer las cosas de Dios solo para alcanzar un determinado título o privilegio, sin tener la consciencia de que son simplemente siervos. Estos, en realidad, están intentando colocarse sobre lo mucho, en vez de estar a disposición de su Señor para ser colocados en el lugar que Él quiera.
Los principios de Dios rigen Su Reino, no los principios de los hombres. Para Dios, el ser supera al hacer. No sirva a Dios con la intención de recibir algo a cambio. Y el Espíritu de Dios lo colocará donde Él quiere que usted esté. No busque su voluntad ni los lugares en los que desea estar, porque nunca los alcanzará. Busque por la voluntad de Dios, y su Señor lo establecerá en lugares en los que ni siquiera imaginó que un día estaría.
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