“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado.” (Salmos 1:1)
La ansiedad existe porque el mal persevera en sugerir dudas, miedos y preocupaciones.
En seguida sugiere soluciones rápidas a través de consejos “amigos”.
Como hizo en la casa construida sobre la arena. “¿Todavía no te casaste? Huy… ¡qué mal! ¡Ten cuidado para no quedarte solterona!…” Esta y otras tantas situaciones vividas motivan el miedo de que Dios no responda a las oraciones. El tiempo pasa y la necesidad aumenta. Y lo peor: alimentada por personas usadas por el mal. Por eso, la necesidad de invertir en la actitud de fe diaria. Solo esta disipa dudas, miedos y ansiedades.
Jesús le dijo a Pedro: “¡Quítate de delante de Mí, Satanás!” (Mateo 16:23). Amigos, jamás se olviden de algo: quien está mal siempre será usado por el mal para esparcir el mal. ¡Huya de esta gente! ¡Incluso teniendo la apariencia de ser de Dios! Huya – ¡y listo! No permita que usen sus oídos de basurero, corrompiendo su buena fe con bla, bla, blas… Use su capacidad de razonamiento y nunca se deje llevar por las dudas de los demás.
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Quien está mal será usado por el mal para esparcir el mal. Esté alerta, use su capacidad de razonamiento y no se deje llevar por las dudas de los demás.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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