El Espíritu Santo guía y orienta. Cuando una persona recibe al Espíritu de Dios y se une al Señor, ambos se vuelven uno. Esto también se refleja en la relación física, emocional y espiritual que tenga con otras personas aquí en la tierra.
Jesús prometió que «cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda la verdad», Juan 16:13. Por eso, Dios guía a una persona a tener un compromiso con otra que también es de Él, que tiene el mismo Espíritu, los mismos deseos, las mismas convicciones y los mismos objetivos. De esta manera, quien está buscando un amor verdadero, que dure toda la vida, debe tener al Espíritu Santo y unirse con alguien que también Lo tiene.
Esto se evalúa a través del carácter. Primero, evalúe si usted es una persona que tiene el carácter y el perfil de Dios, si es de palabra, si cumple sus obligaciones, si le da a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios, si es obediente a la Palabra del Señor y si Le teme. Todo esto lo hace el Espíritu Santo. Por eso, busque y encuentre a alguien que tenga el mismo carácter y el mismo Espíritu.
No obstante, si ya se casó y tiene problemas en su matrimonio, enfóquese en el Espíritu Santo, en lugar de intentar resolver la situación con su cónyuge con la fuerza de su brazo o con el conocimiento de este mundo. No murmure, no se lamente ni lance palabras al viento, porque esto solo será una pérdida de tiempo.
Si uno no se sacrifica por el otro, no hay unión, pero primero es necesario sacrificarse a sí mismo para recibir al Espíritu Santo. Independientemente del problema, el enfoque debe ser el Espíritu Santo, porque sin Él no es posible tener la vida feliz que promete la Palabra de Dios.