“Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de satanás. No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y Yo te daré la corona de la vida. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.” Apocalipsis 2:8-11
Al contrario de Éfeso, la iglesia de Esmirna aparentemente no presenta obras, pero tampoco es censurada en ninguna falta.
Es probable que las obras hayan corrompido los corazones de los cristianos de Éfeso, hasta el punto de relajarse en el primer amor.
Así como nuestro amado Señor reconoció los gemidos de la iglesia en Esmirna, también reconoce las luchas que Sus siervos pasan cada día.
Tribulaciones, pobreza y acusaciones graves de los falsos judíos sirvieron para mantener la fe activa de esos cristianos.
Creo que Él ha permitido que Su pueblo experimente tribulaciones de todo tipo con el mismo propósito. A fin de cuentas, todo coopera para el bien de aquellos que son Suyos, ¿no es así?
Su rechazo a estos judíos era tal que consideró a su lugar sagrado como sinagoga de satanás. ¿Y no sería esa Su visión en relación a muchas “iglesias” supuestamente cristianas?
Pero para los nacidos del Espíritu no hay nada que temer. Prisiones, tribulaciones o cualquier prueba que se pase en los desiertos de la vida forma parte de la jornada rumbo a la Tierra Prometida.
Permanezca firme y sea fiel porque eso, tarde o temprano, pasará.
¿El premio?
La corona de la vida.