Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Lucas 16:22-23
Meditando en este pasaje tan conocido por los cristianos, me quedo pensando en cuántas sorpresas desagradables tendríamos si pudiésemos ver, desde el cielo, quién se encuentra en el infierno, así como Lázaro pudo en aquella ocasión. Cuántos obreros, obreras, pastores, esposas y miembros que teníamos la total convicción de que estaban bien espiritualmente, debido a su trabajo físico en la Obra, preparando la Santa Cena, trabajando incansablemente en el día a día de las reuniones, mostrando “santidad”; personas que conquistaron la credibilidad de sus líderes espirituales, de sus compañeros de fe, pero que en realidad no pasaban de cizaña en medio del trigo.
Por detrás, estaban viviendo deliberadamente en el pecado, eran los actores y actrices de la fe, que sabían interpretar sin que nadie se diera cuenta, y murieron así, ejerciendo cargos de soldados y comandantes en ese ejército. Sin embargo, como Naamán, cargaban una enfermedad espiritual por debajo de sus respectivos uniformes sagrados de obreros.
Espero, en el nombre del Señor Jesús, que, como Naamán, los que viven así reconozcan sus males espirituales, sus pecados camuflados y, antes de partir de este mundo, se arrepientan y se corrijan, para que no digan un día:
Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu Nombre, y en Tu Nombre echamos fuera demonios, y en Tu Nombre hicimos muchos milagros? Mateo 7:22
Y no reciban la cruel y aterrorizante respuesta:
Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:23
Que el Dios Altísimo tenga misericordia de cada uno de nosotros.
Si usted se encuentra así, todavía hay chance de arrepentirse y, allí mismo donde está leyendo este mensaje, doblar sus rodillas y humillarse delante de Dios, suplicando Su perdón y Su misericordia, para que su alma sea salva. Aunque usted tenga que pagar el precio que fuera, inclusive el de perder el cargo espiritual que ejerce – le afirmo que es mejor perderlo que perder su Salvación. Vea cómo nuestro Señor la tiene como importante, al punto de decir:
Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la Vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el Reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Marcos 9:45-48
Siendo así, analizo que la cosa más difícil que existe en este mundo es nuestra Salvación. Lo que me causa temor y temblor es saber que, de los tres millones de hebreos que salieron de Egipto, solo dos entraron en la tierra prometida; de los 100% que oyeron la Palabra, solo 25% tuvieron el corazón como una tierra buena. ¿Eso ya sería un presagio de esas sorpresas desagradables que existirán en el infierno?
Que el Espíritu Santo conserve el temor dentro de cada uno de nosotros.
¡Que Dios los bendiga!
Colaboró: Obispo Sergio Corrêa