Las personas religiosas tienen más dificultades para hacer elecciones correctas que las incrédulas que viven en este mundo. ¿Por qué? Porque se consideran más merecedoras debido a sus prácticas religiosas. Y ahí está el gran engaño.
Se creen merecedoras porque son religiosas, pero sus vidas no condicen con la fe que dicen tener. Siempre están buscando cosas, personas o favores de Dios que lleguen al encuentro de sus necesidades, pero el Señor Jesús dijo: “… buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).
Antes de buscar comida, ropa, casa, matrimonio, familia, trabajo o cualquier otra cosa, es necesario buscar el Reino de Dios, pues, si usted tiene su alma en el Altar, Él conducirá su vida. Por eso, es necesario recibir el Espíritu Santo, para tener consciencia de sus elecciones, ser equilibrado, tranquilo y ejercitar una fe inteligente.
Cuando usted resuelve su problema interior, el de su alma, también resuelve todos los demás. Claro que no será de la noche a la mañana, sino que paulatinamente Dios irá añadiéndole a su vida de acuerdo a su capacidad de absorber y de recibir.
Hoy, ¿cuál es la mejor elección de su vida? ¿Casarse? ¿Su profesión? ¿El dinero? ¿Y cuántos años tendrá su futuro? Usted no lo sabe. No sabemos cuántos días, horas o minutos tenemos por delante, pero, cuando tenemos el Espíritu de Dios, Él hace de nosotros una fuente.
Por lo tanto, en primer lugar, cambie su interior. Lo primero que debe hacer es establecer en su interior el Espíritu Santo.
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