No existe santo sin pasado ni pecador sin futuro.
Las personas que actúan como si nunca se hubieran equivocado o como si fueran incapaces de fallar, están por debajo de los pecadores. Para llegar a ser pecadoras, primero necesitan admitir sus errores y la verdad sobre sí mismas.
Las personas que fallaron mucho, que se hicieron tan odiosas que ni siquiera ellas mismas se aguantan, sí pueden tornarse santas. No a los ojos de los hipócritas de turno con piedras en la mano, sino a los ojos de Dios y de los pecadores reformados como ellas. Incluso, ¿con quiénes trabaja Dios sino con ellas?
No deje que su pasado ni sus acusadores lo priven de un brillante futuro y de una linda historia de superación. No los mire. Mire lo que Dios puede hacer en usted.
Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia. ? Romanos 5:20
Ahora, ve y no peques más.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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