Muchos se quejan porque no consiguen trabajo y pasan una buena parte de su tiempo frustrados por eso. Pero otros deciden poner las manos en la masa para superar desafíos y problemas financieros. Muchas veces, una actividad realizada para suplir una dificultad temporal se puede convertir en un nuevo oficio.
Montar su propio negocio en casa puede tener muchas ventajas. Usted puede manejar sus propios horarios, puede determinar sus propias reglas, estar más cerca de la familia y economizar en el transporte y el tiempo dedicado a trasladarse al lugar de trabajo. La comodidad exige disciplina, inversión y dedicación.
Cursos y actividades de capacitación son imprescindibles para calificar el trabajo. Recuerde que muchos saben hacer lo básico, por eso es importante ofrecerle a sus clientes algo creativo y diferente. Es necesario buscar algo distintivo en su producto y eso, muchas veces se aprende en clases y cursos.
En casa, el trabajo exige disciplina, pues el ambiente puede ser causante de interrupciones constantes. Más allá de eso, para mantener la productividad hay dos exigencias: objetivos y determinación. Es fundamental planear los horarios para la producción y no mezclar las actividades del hogar con las profesionales.
Antes de arremangarse, descubra si usted tiene afinidad con el producto que desea fabricar. Si no le gusta el pan, por ejemplo, no lo elija para producirlo si no va a sentir placer en probarlo. Después, ofrezca el producto a sus amigos, vecinos y familiares. La opinión de personas cercanas es importante, porque pueden convertirse en clientes y, si aprueban el resultado, contribuir con la siempre eficiente propaganda “de boca en boca”. Comience de a poco, sin miedo a equivocarse.
“Mi vida estaba en ruinas”
A lo largo de la vida pasamos por muchas etapas, enfrentamos cambios que no siempre son positivos. Hacerles frente para superarlos no es tarea sencilla, pero existe una manera y Esther Flores la encontró.
Ella llegó a la Universal buscando ayuda para resolver sus problemas. Durante 19 años padeció asma, además su salud estaba deteriorándose cada vez más. “Recuerdo que me caía desmayada y a pesar de los estudios, los médicos no encontraban una causa”.
Económicamente tampoco estaba bien, con su familia no tenían dinero ni para comer, pues su esposo estaba desempleado y tenían una deuda de $30.000.
Sin embargo, al participar de las reuniones de los días viernes encontró una manera de superar todos los problemas. Aprendió a usar su fe, luchó para cambiar su situación y en meses fue libre del asma y de las perturbaciones espirituales. Perseveró en las reuniones y lograron cancelar la deuda, todo cambió, ahora no les falta nada. “Me entregué completamente en las manos de Dios y hoy tengo paz, gracias a Él mi vida y la de mi familia están bien”, finaliza sonriendo.
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