Todos los que conocen la Palabra de Dios desean la Salvación eterna y, también, ser bautizados con el Espíritu Santo. Sin embargo, entre el querer y el realizar existe algo llamado sacrificio, y es justamente en este punto que muchos se frustran.
El sacrificio hace una distinción entre los que desean y los que verdaderamente tienen sed de tener el Espíritu de Dios haciendo morada dentro de sí.
“Quien quiere recibir el Espíritu de Dios tiene que estar dispuesto a pagar el debido precio”, destacó el obispo Edir Macedo durante el mensaje transmitido por Red Aleluya. “Una simple oración o una vigilia no será suficiente para recibirlo.”
Para que alguien tenga dentro de sí el Espíritu de la Creación- el propio Señor Jesús en Espíritu-, es necesario que haya una entrega total de toda su vida, de sus sueños, su futuro, todo su ser. Cuando eso sucede, Dios viene y llena el ser de esa persona con Su Espíritu.
La Palabra de Dios afirma que Él no nos da Su Espíritu por medida, por lo tanto, también nos exige una entrega sin medida. De lo contrario, nada sucede.
“¿Ya pensó tener al Creador de todas las cosas dentro de usted? ¿Qué daría para tenerlo dentro de sí?”- pregunta el obispo.
Él explica que el Señor Jesús es quien nos da el Espíritu Santo. Sin embargo, para recibirlo es necesario dar la mayor y mejor ofrenda que alguien puede dar: la propia vida. Sí, es lo que Dios quiere a cambio de darle el Espíritu Santo.
El mejor negocio de su vida
El obispo Macedo destaca que ese es el mayor negocio que se puede hacer aquí en la Tierra. “Un negocio que usted hace con el propio Dios. Usted le da su vida y a cambio recibe Su vida.”
Con respecto a este “negocio”, Jesús dijo así:
“Además, el Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.” Mateo 13:44
Es decir, para adquirir este tesoro, el hombre tuvo que vender todo lo que tenía para comprar ese campo. Así también es con respecto al recibimiento del Espíritu Santo. Si quiere tenerlo dentro de sí, tendrá que poner su vida a disposición de Dios.
Si usted todavía no recibió el Espíritu Santo, es porque todavía no dio lo mejor de sí, no puso toda su vida en el Altar, como lo hizo aquella viuda pobre que entregó todo lo que tenía, todo su sustento, su futuro, en el Altar (Lucas 21:1-4).
Ayuno de Daniel
El Ayuno de Daniel es un propósito realizado en la iglesia Universal para las personas interesadas en hacer este “negocio”, que están sedientas del Espíritu Santo. Es para aquellos que están dispuestos a renunciar a la propia vida para recibir la de Dios. Si no es su caso, no pierda su tiempo.
Pero si usted está sediento -y no es cualquier sed, es una sed desesperante, aquella en la que usted tiene la boca seca, al punto de tener que poner por lo menos una gota de agua en la boca para mantenerse vivo, es la sed de la que Jesús habla en la Biblia: “…Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba.” (Juan 7:37) -, este ayuno es para usted.
Serán 21 días aislados de la información secular, de los deportes, música, teatro, novelas y cualquier tipo de entretenimiento para involucrarnos solo con el contenido espiritual, con cosas relacionadas a la fe. “Vamos a sumergir nuestra vida en el océano del Espíritu Santo. Pensar como Dios pensaba, actuar como Dios actuaba. Vamos a hacer lo que Jesús hacía, obedecer Su Palabra, pensar solo en las cosas de lo Alto. Si usted hace eso, puede estar seguro de que en estos 21 días el Espíritu Santo va a descender sobre usted”, afirma el obispo Macedo.
Para ocupar su mente y alimentar su espíritu, usted va a invertir en la lectura de la Biblia y de libros que tratan temas relacionados a la fe, verá películas cristianas, escuchará Red Aleluya e ingresará al blog del obispo Macedo.
Durante estos 21 días, del 9 de febrero al 1° de marzo, usted debe esforzarse por ir el máximo posible a la iglesia y, mediante todo su esfuerzo, ciertamente, el Espíritu Santo vendrá sobre usted.
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