Alba Saldaña siempre fue una soñadora: “quería tener una familia feliz y mi propia casa, gracias a Dios logré todos mis sueños. Hoy tengo mi empresa, mi casa y una familia feliz y unida, en nuestro hogar hay paz y armonía. Pero llegar a esta realidad no fue fácil”, confiesa.
“Siempre fui una trabajadora incansable, pero tuve muchas desilusiones en mi vida. Mi matrimonio se deshizo, tenía una empresa, pero la perdí, quebró. En un momento había juicios en contra de todos mis empleados, de mis proveedores, estaba muy endeudada, no tenía dónde buscar ayuda, no podía ni ocuparme de mis hijos. Estaba sola y hubo momentos en los que no tenía ni para darles de comer. Pensé en dejarlos con el padre y suicidarme, no podía más”, confiesa Alba, quien no podía hacerse cargo de las deudas porque tenía sus pocos bienes embargados y para colmo, todo lo que hacía para salir adelante le salía mal.
“En ese punto ya ni siquiera creía en Dios. Una persona que vio la situación límite en la que yo estaba me pidió que la acompañara a un tratamiento, pensé que era en un centro médico, pero me llevó a la iglesia. Entré y a partir de ese momento mi vida empezó a cambiar. Lo primero que aprendí fue a ser fiel en lo poco.
Al poco tiempo de estar en la iglesia escuché hablar de la Hoguera Santa y creí que era la solución que estaba esperando. Hice mi primer sacrificio y a los 15 días tuve la respuesta, dos empresas me ofrecieron dos sumas idénticas de dinero para invertir. Como ya contaba con la orientación de Dios, esas inversiones dieron buen resultado. De a poco fui saliendo de los juicios, de los embargos y en la última Hoguera Santa conocí al hombre con el que me casé y formé una familia feliz.
He lanzado mi propia marca de productos naturales que se está consolidando en el mercado, tengo mi casa, otra propiedad y un apart hotel en Federación, Entre Ríos. Puedo afirmar que hoy tenemos una vida bendecida gracias a la obediencia al Altar y al sacrificio”.
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