Cuando el diablo seduce a alguien, no le muestra las consecuencias del pecado… todo lo contrario, hace que piense solamente en lo que va a sentir, en lo agradable que será. Después que la persona comete el error, tendrá que luchar contra las consecuencias. Y entonces ¿qué hacer?
Creo que ningún pecado registrado en la Biblia tuvo mayor publicidad que el de David y Betsabé (lea 2º Samuel 11). Veamos cómo sucedió todo para que usted tenga una idea de la estrategia del diablo:
David era un hombre de Dios, un guerrero valiente y un rey famoso. Era importante, no necesitaba rendirle cuentas a nadie y tenía muchas mujeres, lo cual lo volvió un hombre vulnerable.
Un día, decidió quedarse en su casa y no acompañar a su propio ejército. Y algo terrible sucedió. Estando David en el cuarto del palacio, (en lugar de estar en la batalla con el ejército) descansando y distraído, se acercó a la ventana para sentir la brisa de la noche y vio a una mujer bañándose.
Claro que ella tuvo su parte de culpa también… ¿Cómo va a bañarse en un lugar donde se la puede ver? … David se detuvo, la miró y la codició, simplemente perdió el dominio sobre sus deseos, y, aun sabiendo que estaba casada, ordenó que la fueran a buscar.
En ese momento se olvidó de Dios, de sus principios y de las consecuencias de su pecado. Betsabé tampoco se negó. Creo que ella se sintió honrada, pues el poderoso rey de Israel la miró y la deseó, y ella se dejó llevar, sintiéndose halagada.
Ellos pensaron que todo quedaría en secreto, que había sido una simple noche de pasión, pero tuvo consecuencias desastrosas. Ella quedó embarazada, David ordenó matar a su marido y después el niño murió.
Como usted puede ver el diablo es astuto. Él sabe seducir la mente de las personas. El simplemente muestra el lado “placentero” del pecado, la diversión, los deseos, la excitación, lo que la persona va a “tener” en ese momento, pero nunca deja que la persona piense en lo que perderá después. En el vacío que sentirá, que no hay vuelta atrás, que la paz va a desaparecer y que se sentirá la peor persona del mundo.
Y es así en relación a todo, lo mismo que pasa con la prostitución sucede también con el robo, la mentira, la desobediencia, la infidelidad, entre tantos otros actos. “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.” (1 Corintios 10:12)
“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” (Marcos 14.38)
Texto extraído del blog de la Sra. Tania Rubim.