Volver a las actividades es también ejercitar el desapego familiar
Las vacaciones no son solamente un tiempo de descanso, de paseos, sino también para que la familia esté más cerca, no tenga un horario pautado para dejar de jugar, de conversar, de estar juntos. Pero cuando llega la hora de volver a lo cotidiano, ¿cómo atravesar el desapego familiar?
El primer paso es entender que las vacaciones son un período necesario de quiebre de la rutina diaria. “Y eso debe ser explicado principalmente a los niños, que ese tiempo es corto y solamente para que la familia salga de la rutina diaria, con sus deberes y horarios preestablecidos”, explica la psicóloga Kátia Lopis.
Para que los niños no sientan el choque del cambio, es necesario explicarles o recordarles que las vacaciones terminaron y que la rutina volverá a la familia.“Esta aclaración debe ser de acuerdo con la edad y el entendimiento del niño. Cabe destacar que niños menores de 2 años y medio tienden a llorar más que niños más grandes, por no asimilar muy bien lo que los padres dijeron.”
Sin embargo, el apego familiar debe estar siempre en evidencia en el tiempo en el que están juntos. “Siempre le digo a los padres – y también tengo eso presente como madre – que lo importante es la calidad de contacto que se tiene con los hijos y la manera en que se aprovecha ese momento, y no la cantidad de tiempo que se les dedica – y el matrimonio de la misma manera. El apego, la dedicación y el contacto deben ocurrir siempre y no sólo en las vacaciones, sino en todos los momentos familiares”, enfatiza la psicóloga.
La consecuencia del desapego exagerado
Está claro que el contacto disminuye cuando terminan las vacaciones, pero es necesario tener cuidado con el exceso de desinterés. “El desapego comienza a ser perjudicial cuando no existe más el “brillo” en la relación, cuando la persona deja de ser importante.”
Para que eso no suceda es necesario observar y buscar el sentido común. “El equilibrio debe estar antes del desapego, de esta manera, el individuo mantendrá el estímulo y la confianza en sí mismo y en la capacidad de cambiar todo lo que está incomodándolo, y así se mantendrá equilibrado como un todo”, finaliza Kátia.