La depresión se va instalando poco a poco hasta que se convierte en la figura predominante, al punto de mandar en la rutina diaria, determinando la manera de ver la vida. Este mal no permite que la persona perciba su valor e importancia, conduciéndola a excluirse de su vida y de las relaciones interpersonales.
“El estilo de vida de quien vive la depresión está marcado significativamente por la falta de amor. Mirándola desde el ángulo psicológico, la depresión es el síntoma de la falta de amor en la propia vida. Es preciso recuperar el sentido de la propia existencia. El sufrimiento que impone al individuo es una manera de demostrarse a sí mismo que hay algo equivocado en su vida. Por esto entiendo que la depresión puede ser utilizada como oportunidad para revisar las creencias y verdades”, explica María Aparecida Diniz Bressani, psicóloga y psicoterapeuta Junguiana..
Como seres racionales tenemos la posibilidad de elegir nuestros caminos en la vida para el crecimiento y el desarrollo de nuestra consciencia, es decir, podemos girar a la derecha o a la izquierda en los caminos de la vida cuando queramos.
Según la profesional, el primer paso para salir de la depresión es QUERER. Querer con todo el ser. Apostar a que sí es posible, aunque se sienta dentro de un túnel oscuro, aunque ni siquiera esté seguro de que va en la buena dirección; da igual, lo que importa es alimentar el querer con la fe y la certeza de que existe una salida, porque la depresión se cura.
Etelvina Torres llegó a la Universal padeciendo este trastorno del ánimo, la depresión había hecho estragos en su vida, por eso necesitaba ayuda de manera inmediata.
“Vivía triste y angustiada, por eso entré en depresión. Recuerdo que padecía fuertes dolores de cabeza y me volví una persona agresiva. Como no lograba salir de esta situación me llené de odio, peleaba mucho con mis familiares, en sí, le tenía bronca a todas las personas”, cuenta.
La desesperación la llevó a intentar suicidarse en varias oportunidades, el problema de base era espiritual. “Me sentía atormentada, escuchaba voces, veía cosas extrañas, incluso a personas que ya había muerto”.
Sin embargo, a través de su inversión en lo espiritual, halló una salida. Al participar de las reuniones fue liberándose de todo lo que la oprimía, la angustia y la tristeza fueron desapareciendo. Ya no quería terminar con su vida porque Dios estaba cambiando su interior. El odio fue reemplazado por paz y armonía y tuvo una nueva perspectiva de su vida.
Al participar de los propósitos y de la Hoguera Santa su vida fue transformada y se convirtió en una mujer feliz, segura de sí misma. “A través de mi fe vencí a la depresión y a todo lo que me afectaba”, asegura.
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