La vida de Mónica Iglesias estaba destruida, tenía problemas espirituales y enfermedades. Sufría con pánico, tenía miedo a la oscuridad, a la noche, no sabía lo que era la paz.
“Tenía nerviosismo, insomnio, anorexia, sentía presencias, escuchaba voces y había como una sombra que me acompañaba todo el tiempo. Fumaba y consumía pastillas, vivía de prestado porque el dinero que tenía no me alcanzaba para nada por las deudas. Había dejado de pagar las tarjetas, en el banco no tenía un peso, estaba tremendamente humillada. Me involucré con gente de mal vivir, adictos, estafadores y por eso perdí todo.
Me ofrecieron un lugar para vivir que no tenía piso, el techo era de chapa y solo había una camita. Me dijeron que si tenía miedo a la noche por los tiros, me dejaban un arma colgada en la pared. Una noche de tormenta, yo tenía terror, no entendía cómo había ido a parar a un lugar así, entonces encendí la radio y tomé el arma, me la puse en la cabeza y dije es tan solo hacer clic y ya está. Entonces escuché una frase que me hizo reaccionar, decían pare de sufrir porque existe un Dios grande y poderoso. Bajé el arma y dije, que yo quería dejar de sufrir. Me estaban hablando a mí, entonces decido acercarme a la Universal.
Fui un viernes y esa noche pude dormir. No fue sencillo pero yo estaba dispuesta a cambiar de vida, a ser feliz. Dios me dio paz y fuerzas, de a poco fui cambiando y todo se destrabó. Un día me llamaron porque había salido favorable un juicio, ese fue el comienzo del cambio económico. Fui conquistando, pagué mis deudas, recuperé mi credibilidad crediticia y salí adelante. Me reencontré con mi familia y pude contarles sin vergüenza todo lo que me había sucedido porque ellos vieron el cambio en mí”.
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