En el grupo Godllywood, las mujeres han aprendido a valorarse, cuidando primero su interior, a través de desafíos que las ayudan a cambiar actitudes negativas y a controlar sus emociones. Todo eso se refleja en su exterior, con la medida justa de gracia y elegancia en la vestimenta y el comportamiento.
De esta manera, ellas han madurado en todos los sentidos, como cuenta la administradora de empresas Alessandra Valentim Rodrigues, de 30 años, miembro hace más de 2 años del grupo en San Pablo.
“Aprendí la importancia de la mujer temerosa de Dios. El mundo está lleno de ilusiones, moda y sentimientos, si no tuviéremos una dirección, seremos engañadas. Por eso, cada tarea y enseñanza me han moldeado y reconozco el cuidado de Dios para conmigo”, explica.
El resultado de ese aprendizaje llamó la atención de las mujeres de la familia de Alessandra, que llevó a su hija Amanda, de 10 años, a su hermana, Elaine, de 37 años, y a su sobrina, Bruna, de 17 años, a ingresar a la Godllywood.
“He aprendido en el grupo a llevar el perfume de Jesús a través de mí y de lo que hago, también a ser una solución y no un problema para mis padres”, dice Bruna.
Elaine, madre de Bruna, destaca el cambio de la joven y también revela que ella misma ha sido transformada. “Antes, no teníamos una relación estrecha con mi hija. Hoy, ella está presente. Y yo aprendí a ser una mujer fuerte, que enfrenta los obstáculos a través de un cambio de pensamiento y de comportamiento”, destaca.
A pesar de su corta edad, Amanda reconoce el privilegio de ser parte del grupo. “Me gustan mucho las enseñanzas que escuchamos en las reuniones, pues sé que son importantes para mi futuro. Quiero ser una chica diferente, una mujer de Dios que tenga Su brillo”, proyecta.